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¡Qué bello es vivir!, Espíritu navideño, Frank Capra, George Bailey, It's a wonderful life, James Stewart
– Curioso, ¿eh? La vida de cada hombre afecta a muchas vidas y cuando él no está deja un terrible hueco, ¿no crees? (palabras del ángel Clarence a su protegido George)
El espíritu navideño se ha expresado en muchos títulos a lo largo de la historia del cine, pero ninguno, hasta la fecha, ha superado la intensidad y calado popular de “¡Qué bello es vivir!” (It´s a wonderful life), una de las obras maestras de su director Frank Capra, que dijo de él en el documental biográfico “The men who made the movies”: “Para mí es un gran film. Amo este film. Es mi film favorito, y compendia todo lo que he estado tratando de hacer y tratando de decir en los otros filmes. Solo que lo hace muy dramáticamente y con una historia muy singular. El tema es la importancia del individuo, y que ningún hombre es un fracaso. Si ha nacido, ha nacido para hacer algo, no ha nacido para fracasar”. Palabras que cobran más fuerza si consideramos el contexto de su rodaje, que tuvo lugar en 1946, tras finalizar la Segunda Guerra Mundial, afectado Capra por lo que había visto en ella, durante la cual trabajó en diversas tareas cinematográficas en películas de propaganda como miembro de las fuerzas armadas, destacando la serie documental “Por qué luchamos” (Why we fight, 1942-1945).
Los efectos de la guerra también habían hecho mella en James Stewart, el inolvidable George Bailey protagonista de “It’s a wonderful life”, licenciado del ejército con el grado de coronel -al igual que Capra-, tras su participación en la contienda bélica como piloto de bombardero. Su intervención en esta película supuso su regreso a Hollywood tras un paréntesis de cinco difíciles años. Como declaró en The Boston Post: “Cuando regresé al cine creía que había perdido la capacidad de juzgar. No podía decir si, en una escena concreta, lo hacía bien o mal. Habitualmente uno puede decidir lo que debe hacer cuando está interpretando. Pero yo no podía. Estaba indeciso”.
Precisamente por ese duro y reciente pasado, “It´s a wonderful life”, basándose en el relato de Philip Van Doren Stern “The greatest gift” (El mayor don), era la historia deseada por Capra para volver al cine de ficción, en la que depositó grandes expectativas de éxito que no se vieron colmadas. Estrenada el 24 de diciembre de 1946 en Los Ángeles y otras ciudades norteamericanas, no tuvo la repercusión esperada ni en público ni en crítica, resultando un fracaso económico, y aunque fue nominada en cinco categorías para los premios Óscar entregados en 1947, fue la gran perdedora frente a otro título con el que guardaba ciertos paralelismos y que se alzó con siete estatuillas: “Los mejores años de nuestra vida” (The best years of our lives). No fue hasta décadas después, gracias a sus emisiones televisivas en medio mundo para época navideña, cuando consiguió el reconocimiento actual de clásico.
Y es un clásico porque, con extraordinaria calidad cinematográfica, nos habla de todo aquello que conforma nuestras vidas: el camino continuo de elecciones, la lucha por unas metas y el abandono de otras, la generosidad y la solidaridad frente al egoísmo y al materialismo, la importancia de la familia y de la amistad… Los sueños sacrificados a lo largo de sus años por George y el momento inicial de desesperación económica, del que parte la película, le llevan a replantearse el nulo valor de su vida, una percepción extrema propia de una profunda crisis. ¿Y quién no puede reconocer la sensación de abatimiento y desaliento en momentos vitales de especial desánimo? La respuesta de la película es una apuesta por seguir adelante no fijándose en las renuncias ni en lo dejado atrás sino en lo valioso de lo que nos rodea. Y ello siendo conscientes de lo que cada uno puede aportar e influir allí donde está, aunque las circunstancias sean adversas o los frutos no sean los esperados. Un Carpe Diem humano y responsable.

Dedicatoria al protagonista al final de la película: «Querido George, recuerda que ningún hombre que tiene amigos es un fracaso. ¡Gracias por las alas! Con amor, Clarence».
“It´s a wonderful life”, una historia imprescindible a no olvidar a lo largo de todo el año.
Para terminar, desde Atmósfera Cine os deseamos felices fiestas con una foto tomada a la escultura “El alma del Ebro”. Ubicada desde 2008 en el recinto Expo de Zaragoza, hueca por dentro y con once metros de altura, simula una imagen humana sentada, en posición casi fetal, que invita, en palabras de su autor Jaume Plensa, a reflexionar y mirar hacia el interior. Formada por la unión de letras blancas de acero, quiere recordarnos el valor de las personas en el entorno moderno; la letra como metáfora de la unidad mínima de la palabra y de la célula, cuya unión con otras le otorga su fuerza y sentido. Porque, como ilustra la maravillosa película de Capra, todos somos importantes.
Es importante saber pensarlo y saber hacerlo. El cambio empieza por uno mismo, por esa gota que parece pequeña, no hay que esperar a ver si cambia el mundo
Felices fiestas y que el año traiga muchas gotitas pequeñas pero importantes.
Totalmente de acuerdo, Nemo. Como dice el escritor Paulo Coelho: «Las personas cambian cuando se dan cuenta del potencial que tienen para cambiar las cosas». Y Frank Capra creía firmemente en ese potencial, como lo demuestra «Qué bello es vivir» y muchas otras de sus mejores películas, caso, entre otros títulos, de «Juan Nadie» (Meet John Doe), «Horizontes perdidos» (Lost horizon) o «Caballero sin espada» (Mr. Smith goes to Washington).
Mis mejores deseos para ti también en estas fiestas y nuevo año.
Gracias por las alas
¡Por muchas más alas y muchas más campanillas que suenen! 😉
Gracias por la entrada de blog. Reconforta saber que hay personas que siguen pensando que la vida es un conjunto de pequeños detalles, muchos de ellos livianos, casi imperceptibles. Y, desde luego, el cine es un gran cómplice en donde pueden esconderse o revindicarse.
Ya lo escribió Antoine de Saint-Exupéry: «Lo esencial es invisible para los ojos». Y el cine ha sabido representarlo o evocarlo en sus grandes obras.
Por cierto, que este año se ha estrenado una nueva adaptación muy estimable de «El principito» (Le petit prince) en formato largometraje animado dirigido por el francés Mark Osborne.
En el nuevo año que pronto comenzará, mis mejores deseos para ti, Dick, y para todos los lectores del blog. Y que seamos capaces de no olvidar el mensaje que Capra nos transmitió en esta extraordinaria película.
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