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Junto con Kirk Douglas, al que acaba de superar en un año, es una de las leyendas vivas de la época dorada de Hollywood. Última representante del reparto protagonista de uno de los largometrajes emblemáticos del cine, “Lo que el viento se llevó” (Gone with the wind, 1939), su inolvidable música sonó para recibirla en una de sus pocas apariciones públicas de estos años, como presentadora en febrero de 2003 en la celebración del 75 aniversario de los premios Óscar. En su discurso recordó su segunda estatuilla dorada como mejor actriz recibida en 1950 gracias a su papel en “La heredera” (The heiress, 1949), de William Wyler:
«Esta noche es memorable para mí, como lo fue aquella noche de hace 53 años. Mucho ha cambiado el mundo desde entonces. Pero lo que no ha cambiado es nuestro amor por el cine y su capacidad para inspirarnos y para ayudarnos en tiempos difíciles…”

Fotograma de «El sueño de una noche de verano» (1935), adaptación del clásico de Shakespeare codirigido por William Dieterle y Max Reinhardt
De origen británico, nace en Tokio el 1 de julio de 1916, donde trabajaba su padre, Walter Augusto de Havilland, al frente de una firma de abogados de patentes internacionales. Tras la separación matrimonial cuando Olivia contaba con dos años, su madre, Lilian Augusta Ruse, actriz inglesa conocida como Lilian Fontaine, se traslada a California con ella y con su hermana menor Joan de Beauvoir de Havilland (la futura Joan Fontaine, que cumplió 95 años el pasado 22 de octubre). Se dice que la enemistad reconocida entre las dos hermanas, que llevan sin hablarse más de treinta años, tiene su origen en la competitividad favorecida por Lilian (video informativo aquí).
Descubierta en una representación de teatro universitario por el productor cinematográfico, director teatral y de cine Max Reinhardt, destaca encarnando bajo sus órdenes a Hermia en “Sueño de una noche de verano” primero en teatro, con dieciocho años, y luego en su adaptación para la gran pantalla en 1935.
Contratada ese mismo año en exclusiva por la compañía Warner Bros, desde entonces hasta principios de los años 40 cobró popularidad sobre todo como pareja en siete ocasiones del héroe protagonista interpretado por Errol Flynn, en títulos de aventuras como “El capitán Blood” (Captain Blood, 1935), “La carga de la Brigada Ligera” (The charge of the Light Brigada, 1936) y “Robin de los bosques” (1938). Tras su consagración mundial en 1939 como Melanie Hamilton en “Lo que el viento se llevó” (cedida excepcionalmente por la Warner para que trabajase con el productor independiente David O. Selznick), no parece que vaya a conseguir personajes protagónicos de carácter, obligada a aceptar los que le ofrece su estudio, en el férreo dominio del “star-system” vigente entonces. Rechazar un papel concreto para una película implicaba la suspensión laboral, y ese tiempo sin trabajar se sumaba al que restaba para finalizar el contrato. Ante condiciones tan leoninas, en 1943 Olivia se rebela (recordemos que era hija de un abogado) y entabla un largo pleito con la Warner, pese a que antes ya había fracasado en el mismo sentido Bette Davis, gran estrella de la productora. Pero De Havilland consigue un as que le hace ganar el juicio, invocando la “ley antipeonaje” de 1867, que prohibía a los empleadores reducir a sus trabajadores a la servidumbre. Tal victoria ante los tribunales, que se conocerá como “la decisión De Havilland” o “la Ley De Havilland”, sienta precedente judicial que contribuye a romper la hegemonía y monopolio laboral de los grandes estudios de Hollywood.

Papeles como el de Marian de “Robin de los bosques” y Elizabeth de “Murieron con las botas puestas”, junto a Errol Flynn, y el de Melanie Hamilton de “Lo que el viento se llevó”, la encasillaron en interpretaciones dulces y románticas
Tras los dieciocho meses de batalla legal en que no pudo rodar ninguna película, conquistó la libertad para elegir los trabajos que realmente le interesaban. Así, durante la década de los cuarenta representa personajes mucho más polifacéticos que revelan su versatilidad interpretativa en largometrajes como “La vida íntima de Julia Norris” (To each his own, 1946), intenso melodrama donde encarna de joven y mayor a una madre soltera que oculta su condición ante su propio hijo, que fue su tercera nominación al Óscar y el primero que consiguió; “A través del espejo” (The dark mirror, 1946), inquietante policíaco donde actúa en el doble papel de unas gemelas; “Nido de víboras” (The snake pit, 1948), candidato a seis Óscar y nueva nominación para Olivia, que sí obtuvo la Copa Volpi como mejor actriz en el Festival de Cine de Venecia por su complejo personaje de una mujer con problemas mentales interna en un psiquiátrico; y “La heredera” (The heiress, 1949), drama romántico ambientado en el siglo XIX que triunfó ante público y crítica, merecedor de cuatro estatuillas doradas, entre ellas una para De Havilland por su atormentada joven rica entre un despótico padre (Ralph Richardson) y un atractivo pretendiente (Montgomery Clift).

Imágenes de cuatro de sus mejores personajes dramáticos. De izquierda a derecha, en la parte superior, fotogramas de los largometrajes «La vida íntima de Julia Norris» y «A través del espejo»; en la parte inferior, de «Nido de víboras» y de «La heredera»

En 1955 encarna a la aristócrata española Ana de Mendoza, princesa de Éboli, en «That lady», coproducción entre Gran Bretaña-España dirigida por Terence Young. Con Gilbert Roland, Paul Scofield y Christopher Lee en el reparto, el título español fue precisamente «La princesa de Éboli»
A partir de los años 50 distancia sus intervenciones en el cine y en la década de los 60 inicia sus apariciones en televisión en series como “Norte y Sur. II parte” y telefilmes como “El romance real de Carlos y Diana” (1982), donde da vida a la Reina Madre, y “Anastasia: el misterio de Anna” (1986), por cuyo papel ganó un Globo de Oro como mejor actriz de reparto en una película televisiva.
Lleva más de cincuenta años residiendo en París, desde que se casó con Pierre Galante, periodista y editor de Paris Match, aunque se divorciaron en 1979. Precisamente su última aparición en un gran evento cinematográfico fue en febrero de 2011, en la ceremonia de los Premios César de la Academia del Cine Francés, donde Jodie Foster la presentó, recibiendo una gran ovación de los asistentes.

Olivia de Havilland con sus dos estatuillas como mejor actriz, ganadas por “La vida íntima de Julia Norris” (1946) y “La heredera” (1949), habiendo sido también candidata a este Oscar por “Si no amaneciera” (1941) y “Nido de víboras” (1948), y nominada como mejor actriz de reparto por “Lo que el viento se llevó” (1939). Cuenta también con estrella propia en el Paseo de la Fama de Hollywood, en el 6762 de Hollywood Boulevard.
Para terminar, el tráiler de su última gran intervención en el cine, en la película de terror de culto “Canción de cuna para un cadáver” (Hush…hush, sweet Charlotte), realizada por Robert Aldrich en 1964 a la estela de su anterior éxito “¿Qué fue de Baby Jane?”. El director quiso repetir con el tándem Bette Davis-Joan Crawford, pero la renuncia de esta última motivó que Davis recomendara para el papel a su amiga Olivia, con quien ya había trabajado anteriormente en títulos como “Es amor lo que busco”(It’s love I’m after, 1937), “La vida privada de Elizabeth y Essex” (The private lives of Elizabeth and Essex, 1939), “Como ella sola” (In this our life, 1942) y “Adorables estrellas” (Thank your lucky stars, 1943).
Un post muy completo! Me ha permitido conocer a una gran actriz de un cine para mí desconocido…será porque soy tan joven! XD…¿Cuál de todas sus películas nos recomiendas?
Me alegro, Virginia, de que Olivia sea ahora una actriz más familiar para ti 😉
Las recomendaciones son muy personales, por lo subjetivo del gusto de cada persona y porque, según el momento, puede resultar más atractivo ver un tipo de cine u otro.
Las películas por las que ganó sus dos premios Óscar son melodramas inolvidables, con finales muy emotivos y dos interpretaciones de lujo, plenas de matices.
Como cine de aventuras para disfrutar en una de estas tardes de verano: «Robin de los bosques», aunque De Havilland allí no pueda lucirse mucho, por ser personaje comparsa del héroe. Y como film de género para divertirse con la intriga, sin duda, «Canción de cuna para un cadáver».
Pero cualquiera de los títulos reseñados en esta entrada del blog merecen la pena. Y verlos o revisitarlos son el mejor homenaje para recordar a esta longeva estrella del cine.
Se me ha puesto carne de gallina con la presentación de los Oscar y la ovación dedicada a Olivia. He disfrutado un rato viéndolo todo. Gracias por tu trabajo y dedicación. ¡Cómo te lo curras!
Gracias por tu comentario, María José. Me alegro de que hayas disfrutado. ¡Olivia es mucha Olivia! 🙂
Está bien conocer un poquito más de la vida de estas actrices que ya son leyenda. Un buen post lleno de notas interesantes.
http://blog.conideasyaloloco.com
http://www.conideasyaloloco.com
Gracias, Nemo. Desde luego, casi centenaria, de las pocas leyendas vivas del Hollywood clásico.
Solo diré: no tengo palabras para estos genios tan maravillosos, los quiero.
Cierto, José. El cine es mucho más grande con intérpretes como Olivia de Havilland.
Gracias por tu comentario.
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