Etiquetas
Alain Bergala, Análisis fílmico, Cine al cierzo, Correspondencias, Festival Cine Zaragoza, Galaxia Gutenberg, Jordi Balló, La ventana indiscreta, Libro, Universidad Pompeu Fabra, Université Rennes 2
¿Por qué relacionamos determinadas imágenes en películas radicalmente distintas, más allá de autores, países y épocas? Porque remiten a motivos visuales recurrentes, que son afines al lenguaje del cine: la ventana, la nuca, la escalera, el espejo, el duelo, la cicatriz, la destrucción del decorado, el laberinto, el grito, el horizonte y muchos otros incluidos en este libro.
A través de los más de sesenta motivos analizados por otros tantos autores internacionales y de las cerca de mil películas citadas, se puede rastrear el impacto visual de estas imágenes fílmicas intensas, que tienen capacidad de estremecer, y que conectan con la tradición iconográfica.
Así comienza el texto de la contraportada de “Motivos visuales del cine” (Galaxia Gutenberg, 2016), una estimulante lectura que invita a un paseo por la historia del cine desde una óptica distinta, sensibilizando la mirada.
El próximo 3 de diciembre, sábado, a las 12 horas, tendrá lugar su presentación en la tienda especializada en cine “La ventana indiscreta” (calle San Lorenzo 12, Zaragoza), con entrada libre hasta completar el aforo. El acto se celebra dentro de la programación de la 21ª edición del Festival de Cine de Zaragoza, vinculado a su sección «Cine al cierzo«, y contará con la presencia de Jordi Balló, uno de los editores del libro. Como anticipo, esta entrevista.
Jordi Balló (Figueras, 1954) es profesor de comunicación audiovisual y director, desde sus inicios, del Máster en Documental de creación en la Universidad Pompeu Fabra, por el que recibió el Premio Nacional de Cine de la Generalidad de Cataluña en 2005. Entre sus últimos libros figuran “Yo ya he estado aquí: ficciones de la repetición” (2005) y “El mundo, un escenario. Shakespeare: el guionista invisible” (2015), junto a Xavier Pérez. Colabora en el diario La Vanguardia. Fue director de exposiciones del CCCB (1998-2011), donde ha comisariado, entre otras, “El siglo del cine” (1995), “Todas las cartas. Correspondencias fílmicas” (Premio Ciudad de Barcelona 2011) y “Pasolini Roma (2013).
En tu libro “La semilla inmortal: los argumentos universales en el cine” (1995), junto a Xavier Pérez explorabas los motivos argumentales que se repiten en el cine, y posteriormente escribiste “Imágenes del silencio. Los motivos visuales en el cine” (2000)”, pionero en este ámbito. Plenos ambos de interesantes correspondencias. ¿Qué motivos tiene Jordi Balló para ese interés por el tema de los motivos?
Por una parte se trata de poner el cine en el centro de la narrativa, sea argumental o visual. Entender el cine como el arte que toma el relevo de otras artes anteriores y que lo hace con sana impertinencia, con vocación de reinvención entroncando con el origen de una trama o de una imagen. Y justamente por el hecho de apelar a narraciones e imágenes anteriores consigue que el espectador se sienta familiarizado con ellas, aunque desconociendo habitualmente cual es la fuente original. Estos dos libros responden a esta necesidad: por una parte, explorar los motivos más habituales y centrales del cine; por otra, establecer su relación con los textos primordiales.
“Motivos visuales del cine” parte de un proyecto conjunto con Alain Bergala uniendo dos universidades, de España y Francia, y diversos autores vinculados a ellas. Esto aporta un enfoque muy plural y heterogéneo. Como coeditores ¿qué parámetros disteis a sus participantes?
Hubo un trabajo previo de elección de los motivos, que es una parte decisiva del proceso, porque los motivos visuales seleccionados debían ser realmente significativos para el lenguaje del cine. Una vez hecho esto empezamos a pensar en los autores que nos parecían más adecuados para desarrollar cada uno de estos motivos, partiendo en primer lugar de las dos universidades implicadas, pero abriéndolo a otros muchos investigadores. Puestos en contacto con ellos no les dimos más indicaciones que la concisión del texto y que nos propusieran algunas imágenes para completarlo. Nadie nos pidió qué entendíamos nosotros por motivo visual, y eso fue algo fantástico. Esto demuestra que a veces no hace falta definir previamente un concepto para que sea germinal, y que se puede llegar a la verdad a través de las visiones distintas que cada autor puede proponer.
Me parece muy ilustrativa, como premisa del libro incluida en vuestra introducción, la frase “Dime cómo filmas un árbol o una montaña y te diré qué cineasta eres”.
Es que la atención sobre un motivo dice mucho de un cineasta, de la misma manera que nos habla de un pintor o de un autor literario. La diferencia es que en un filme aparecen muchos elementos casuales (una nube, un árbol, un rostro, una escalera, un columpio) que solo se convierten en motivos expresivos si el cineasta se lo propone. Y es entonces donde se puede establecer este trabajo dramático del cineasta, donde se puede reconocer su estilo basado en la insistencia y la repetición, y su diferencia con otros tratamientos.
Dentro de la universalidad de motivos desarrollados resulta curioso cómo se incluyen muchos fuera del tiempo y otros nacidos bajo su signo, como el teléfono móvil, sin olvidar conectarlo con objetos predecesores. En el caso de dicho teléfono incluso se apunta que sus ancestros cinematográficos sirvieron de inspiración al inventor real. ¿Hay muchos artistas visionarios en el cine como en su día sucedió con figuras como Leonardo da Vinci o Julio Verne?
En el cine existe lo que podríamos llamar ‘el deseo de motivo’: una necesidad de dispositivos visuales que nos sirvan para narrar en imágenes. Y en muchos casos esto funciona como una forma anticipadora, en la cual se plantea un recurso narrativo incluso antes que ese invento exista. Es como si el montaje paralelo estuviera reclamando una forma de hacer confluir el espacio y el tiempo que el móvil ha resuelto. Dziga Vertov intuyó el papel esencial de la velocidad y la fragmentación urbana antes de las redes actuales. Y Antonioni nos habló, en “Blow-up”, de una idea esencial: cada texto contiene la clave de su propio misterio. Y esa idea ha prendido en la estética contemporánea, que busca en el detalle microscópico o el análisis forense la revelación, a veces imposible, de la verdad.
El libro interpela al lector, le incita a establecer sus propias conexiones a medida que descubre las de los autores y profundiza en sus análisis. ¿Era uno de los objetivos del proyecto?
Esta era clarísimamente nuestra voluntad, y creo que esto ya sucedía en el libro anterior, “Imágenes del silencio”. No se trata de tratar un motivo con exhaustividad, sino dejar la puerta abierta a la conexión del lector con su propio imaginario visual. Si los motivos están bien seleccionados, y creo que lo están, su análisis brillante por parte de cada autor nos revela una apelación a nuestra propia memoria iconográfica. Y al producirse estas conexiones, el lector se siente protagonista del propio proceso de construcción del sentido. Y eso es clave, porque aquí no se trata de símbolos, sino de motivos. Una imagen de un hombre o una mujer ante el espejo no simboliza nada, pero quiere decir muchas cosas, ambiguas, inquietantes, que el lector asocia a su propia experiencia como espectador.
Reparo en una casualidad llamativa. Se presenta en Zaragoza en “La ventana indiscreta” y precisamente el motivo de la ventana es el único que aparece en el libro en tres capítulos desde diferentes puntos de vista: el paisaje visto a través de la ventana del coche (capítulo 1); la mujer en la ventana (capítulo 26) y los agujeros en la ventana (capítulo 57).
La ventana está asociada al cine, porque simboliza la obertura del espacio, una manera de decirnos que la imagen se abre en profundidad, que detrás de un muro opaco siempre existe otra realidad. Y esta imagen es tan decisiva que el motivo de la ventana se reinventa constantemente. Fue muy emocionante al preparar el libro que un autor como Jean Douchet, fundador de “Cahiers du cinema” y el crítico fundamental de la Nouvelle Vague, aceptara participar indagando justamente sobre este motivo fundacional, una forma de expresar tan importante para el cine clásico como para el de la modernidad.
Relación de autores: Núria Aidelman, Vincent Amiel, Emmanuelle André, Xavier Antich, Rafael Argullol, Jacques Aumont, Jordi Balló, Fran Benavente, Alain Bergala, Vincenzo Borlizzi, Núria Bou, Marga Carnicé Mur, Quim Casas, Brice Castanon-Akrami, Jean-Louis Comolli, Gonzalo de Lucas, Vincent Deville, Jean Douchet, Albert Elduque, Ana Aitana Fernández, Santiago Fillol, Gino Frezza, Jean-Michel Frodon, Manuel Garin, Charlotte Garson, Carles Guerra, Bruno Hachero Hernández, Arnaud Hée, Manel Jiménez, Thierry Jousse, Joachim Lepastier, Valérie Loiseleux, Carlos Losilla, Antoni Marí, Michel Marie, Adrian Martin, Imma Merino, Antonio Monegal, Jean-Baptiste Morain, Gilles Mouëllic, Joan Nogué, Roger Odin, Dominique Païni, Jacques Parsi, Xavier Pérez, Raffaelle Pinto, Ivan Pintor, Ángel Quintana, Philippe Ragel, Fabrice Revault, Endika Rey, Carles Roche, Alan Salvadó, Glòria Salvadó Corretger, Sergi Sánchez, Emmanuel Siety, Éric Thouvenel, Marcos Uzal, Valérie Vignaux.

Uno de los muchos ejemplos comparativos del libro ilustrado con fotogramas (página 389): “Boudu salvado de las aguas” y “La ventana indiscreta”, demostrando la diferente concepción y función del motivo “los agujeros en la ventana” para Renoir y Hitchcock. Análisis escrito por Jean Douchet.
Quien esto redacta tendrá el placer de introducir y moderar el coloquio con Jordi Balló. Al finalizar, se ofrecerá un pequeño aperitivo. ¡No te pierdas este imprescindible libro para cualquier cinéfilo y la posibilidad de asistir a su presentación!
Vi el otro día este libro en la FNAC y me llamó la atención. Si llego a ver esta entrada una hora antes, me lo monto para estar a las 12 en La ventana indiscreta… pero son más de las 11:30 y todavía estoy como quien dice «en pijama»… mechachis…
Carlos, aunque no pudieras asistir a la presentación, que estuvo muy concurrida y resultó muy enriquecedora con todas las aportaciones de Jordi Balló, no dejes de comprar el libro, todo un regalo para los amantes del cine y de la fotografía como tú.
Hola! Qué lástima no haber podido asistir a la presentación del libro… se intuía muy interesante…
Gracias de nuevo por ayudarnos a cultivarnos más en este maravilloso mundo cinéfilo. Besotes.
Reitero lo dicho a Carlos, recomendándote el libro.
Gracias también a ti, Mercedes, por seguir las publicaciones del blog y ¡feliz 2017 de cine!
Pingback: Festival de Cine de Zaragoza: viaje al pasado y panorámica por su 23ª edición | atmosferacine
Pingback: Letras de cine, vidas sin fin | atmosferacine