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El medio es el mensaje. La frase de Marshall McLuhan de 1964 cobra hoy más sentido que nunca. Nuestra implicación en ser transmisores y divulgadores de los contenidos que recibimos a través de las vías audiovisuales, sobre todo digitales, nos convierten en medios de medios, corresponsables más o menos activamente de la pervivencia o el cambio de las construcciones culturales de nuestro entorno.

Lo que no se ve o no se nombra, no existe. La palabra sororidad desde diciembre del año pasado está incluida en el diccionario de la RAE con la acepción de «relación de solidaridad entre las mujeres, especialmente en la lucha por su empoderamiento». Ya era un término popularmente utilizado en las últimas reivindicaciones feministas, que incluso había sido reclamado en el lenguaje mucho antes, caso de Miguel de Unamuno en el prólogo de su novela «La tía Tula».

En el Día Internacional de la Mujer fijamos nuestro foco en el relevante papel de los medios de comunicación para propiciar su libertad e igualdad, con la fraternidad y sororidad como sustentos imprescindibles. Y como ejemplos, una exposición y un documental totalmente recomendables.
Sororidades instagramer_Miss representation

Exposición Sororidades Instagramer

En la Sala de Arte Joven de Madrid, hasta el próximo 17 de marzo, con entrada gratuita, se presenta la exposición Sororidades Instagramer, uno de los proyectos ganadores de la X edición de Se busca comisario, propuesta de la Comunidad de Madrid. Esta es la presentación de sus promotoras:

Instagram, siendo una de las redes sociales más influyentes del mundo, se erige como un espacio donde la mera imagen despliega un poder inconmensurable, espacio de visibilización donde lo marginal puede tornarse en tendencia y los códigos tradicionales ser subvertidos hacia nuevos planteamientos. «¿Qué imaginarios queremos construir sobre lo que somos?, ¿cómo queremos ser transmitidas?», algunas de las muchas preguntas que se lanzan en el proyecto #sororidadesinstagramer, que se concibe como un laboratorio de investigación entre mujeres artistas que se expresan habitualmente a través de Instagram y que cristaliza, entre otras actividades, en la actual muestra madrileña.

Las artistas presentes en la exposición son Angélica Dass, Quiela Nuc, Violeta Mayoral, Iciar Vega de Seoane, Roberta Marrero, Sheherezade F. Shepard y Xirou Xiao. Todas ellas trabajan desde una perspectiva transcultural, desde sus respectivas identidades, orientaciones afectivo-sexuales y sus diversas intencionalidades estéticas, sobre el feminismo interseccional, las reivindicaciones de género, el empoderamiento de la intimidad femenina y la sororidad.

La muestra se desarrolla en dos plantas y concluye en un dispositivo pedagógico materializado en una instalación donde el público puede interactuar dejando, al menos, sus palabras y, compartiendo, incluso, un pacto o compromiso de futuro, transformándose de sujeto pasivo en activo.

Sororidades Instagramer_Angélica Dass_Yo soy somos

La argentina Angélica Dass participa con una instalación fotográfica y vinilos que conforman «Yo soy somos», donde se comparten diversas narrativas sobre la mujer migrante, para lo que ha contado con la colaboración de diferentes asociaciones y colectivos

Sororidades Instagramer_Violeta Mayoral

La almeriense Violeta Mayoral es la autora de una serie de fotografías digitales del colectivo Amor Desmadre en sus prácticas de «vitalismo prepatriarcal», un retorno a lo sencillo y básico de la vida apoyándose en conjunto en lo que cada una quiera hacer en libertad

Como botones de muestra, las cuatro obras de Roberta Marrero (Gran Canaria, 1975), mezcla de collage pop y foto intervenida. Su autora, que une su activismo feminista con lo queer, en términos del catálogo de la exposición, crea «una sororidad del siglo XXI, que une a las políticas LGTB con el transfeminismo», convirtiendo a las cuatro mujeres de sus cuadros, pertenecientes a la cultura popular, «en nuevos mitos, en diosas paganas, imágenes casi religiosas que nos hablan de qué es ser mujer en nuestros días, de la identidad femenina con toda su gloria y sus miserias: del punk a la melancolía, del glamur a la pose desafiante». Sin duda que sus propuestas, plenas de detalles en sus coloridas imágenes y en los textos que las salpican, nos invitan a reflexionar sobre el poder de los imaginarios culturales sobre la construcción cultural de los ideales de feminidad.

Especialmente significativas para quienes amamos el cine son las dos piezas articuladas en torno a dos actrices representantes de cánones de mujer bien distintos en la artificiosa meca del séptimo arte. Por una parte, Judy Garland, paradigma del canibalismo de Hollywood hacia sus estrellas (que tiranizó con sus condicionantes contractuales su infancia y su juventud), marcada, además, por sentirse el patito feo de la Metro-Goldwyn-Mayer frente al estereotipo de belleza femenina vendido por los estudios cinematográficos. Transmutada en mártir por Roberta Marrero, no pasa desapercibido que en junio de este año se cumplirán 50 años de su fallecimiento accidental por sobredosis de barbitúricos y también el 50 aniversario de la represión policial en Stonewall, origen de la celebración del Orgullo gay, conectado con la intérprete, entre otros nexos, en el emblema de la bandera del arco iris en guiño al «Over the rainbow» de «El mago de Oz«. Por otra parte, y frente a la candidez y fragilidad que reiteradamente representó Garland, el collage de Marlene Dietrich remite a las mujeres fatales que se empeñó en retratar el cine negro, que no dejaban de ser, en muchos casos, personajes que debían sobrevivir con los únicos recursos que les dejaban explotar. En la obra de Marrero, usando un fotograma del largometraje «Fatalidad» («Dishonored», Josef von Sternberg, 1931), donde Dietrich encarna a una mujer que, tras enviudar, subsiste primero con la prostitución y luego como espía a lo Mata Hari, juega con las dobles identidades impuestas por los entornos sociales, además de ser un tributo explícito a la expresividad de Andy Warhol.

Sororidades Instagramer_Roberta Marrero

Cuatro collages de técnica mixta integran la contribución de la grancanaria Roberta Marrero: Britney Spears con la cabeza rapada, una santa empuñando una espada, Marlene Dietrich con una pistola y Dorothy, de El mago de Oz, con lágrimas en los ojos

Sororidades Instagramer_Roberta Marrero

Miss escaparate o Miss representation

Miss representation_Film by Jennifer Siebel Newsom

Trivializar a la mujer en la publicidad y ofrecerla como cuerpo-objeto para vender más, hipersexualizarla tanto en los anuncios como en el cine y en los videojuegos instaurando ideales de belleza imposibles e insanos, deshumanizarla fijándose solo en su aspecto y omitiendo sus cualidades y cualificación. Comportamientos sobre los que fija su atención el documental «Miss escaparate» («Miss representation«), que, combinando de forma proporcionada el recurso convencional de testimonio a cámara con una variada selección de archivo (desde programas televisivos a películas, series, spots, revistas) y una muy ilustrativa lluvia de datos estadísticos, va construyendo un demoledor retrato de la parcialidad de los medios de comunicación y la manipulación que ejercen en detrimento, mayoritariamente, de la posición de la mujer en la sociedad.

Dirigido por la californiana Jennifer Siebel Newsom al frente de un equipo casi íntegramente formado por mujeres, el documental se estrenó en enero de 2011 en el Festival de cine de Sundance y en noviembre de ese año en el popular programa televisivo de Oprah Winfrey, donde motivó una llamada a la acción.

Aunque se centre en la realidad norteamericana, algunas de las particularidades mostradas no dejan de ser extrapolables a otras nacionalidades, como la gran influencia de los medios en las campañas electorales, que dispensaron un tratamiento especialmente negativo a candidatas femeninas, caso de Hillary Clinton, llamada La Bruja y cuestionando sus méritos, y de Sarah Palin, degradada de forma sexista por su atuendo y aspecto marcadamente femenino.

Miss Representation_Film by Jennifer Siebel Newsom

Un momento paródico: caricaturas de Sarah Palin y Hillary Clinton, rivales en política pero compartiendo un mismo bombardeo de insultos mediáticos de corte sexista durante su campaña en 2008

El filme pone el dedo en la llaga al subrayar cómo la multiplicidad de medios actuales resulta ficticia al estar controlados por una pocas grandes corporaciones con el ojo fijo en los beneficios, de forma que no se ofrece lo que quiere el público sino lo que imponen los anunciantes, lo que ha determinado una degradación en los últimos 25 años del papel de los medios como intermediarios de la realidad social. La cosificación de la mujer mostrada en los mismos, cuyo cuerpo se ofrece como reclamo hasta en los informativos pretendidamente serios (y ahí están, como contrapunto, las declaraciones de las periodistas televisivas Katie Couric y Rachel Maddow), ya ha demostrado su relación con el uso de la violencia ejercida sobre la misma. Lo peor: la falta de de protección jurídica frente a muchos de estos abusos.

Condoleezza Rice y Jane Fonda, entre la larga lista de personalidades famosas intervinientes en el documental

Entre el variado abanico de voces que comparten sus experiencias o su visión de cómo se nos condiciona a través del continuo bombardeo audiovisual, aportando apuntes de nuestra capacidad de respuesta, se sitúan profesionales reputados del cine, de los negocios, del periodismo, de la educación, que terminan tejiendo un representativo mosaico de una sensibilidad contraria al tendencioso capitalismo vulnerador de derechos.

Miss representation_Film

Entre los participantes del documental Geena Davis , que reconoce cómo sus personajes protagonistas en las películas «Thelma & Louise» y «Ellas dan el golpe» (donde encarna a una jugadora de béisbol) la convirtieron inesperadamente en referente de muchas mujeres, sobre todo, jóvenes

El documental no solo no se olvida de plantearse los efectos de la situación actual en las próximas generaciones, sino que canaliza también las opiniones de chicos y chicas estudiantes de secundaria, que muestran una actitud crítica y combativa a los estereotipos y presión mediática, en una clara concesión final de la película a un futuro esperanzador frente al negro panorama mostrado a lo largo de su metraje (si bien su opción por el blanco como color de fondos no deja de ser otro elegante apunte de su tono último).

 

La intención didáctica en positivo se plasma, asimismo, en las recomendaciones de cierre: «Necesitamos desplazar nuestro foco de atención de los beneficios a la responsabilidad social. Tenemos que presionar a los grupos mediáticos para que valoren a las mujeres por algo más que su juventud, su belleza y su sexualidad, y hay que exigir responsabilidades a esas compañías… Animemos a las mujeres a descubrir su propio poder para que puedan ser líderes y tenemos que apoyarlas en ese viaje. Y, por último, tenemos que vivir según nuestra propia visión de lo que puede ser una mujer».

Entre las memorables frases rotuladas en el documental como despedida:

Sé el cambio que deseas ver en el mundo – Mahatma Gandhi.

En su formato de emisión en el programa Documentos TV de RTVE (57 minutos), en marzo de 2013, puede verse en este enlace. En formato largometraje (90 minutos) está actualmente disponible en Netflix.

Como resultado del intenso impacto que tuvo «Miss Representation», su autora lanzó The Representation Project, una organización sin fines de lucro que usa el cine y los medios como catalizadores para una transformación cultural. Su segunda película como directora, «Vivir con una máscara» («The mask you live in«), se estrenó mundialmente en el festival de cine de Sundance de 2015 y explora la manera en la que la acotada definición estadounidense de la masculinidad está dañando a los niños, a los hombres y a la sociedad en general.

Concluyendo esta reseña me entero de que el próximo domingo 10 de marzo, a las 21:30 horas en el magnífico espacio de La 2 de RTVE Imprescindibles, estrenarán la segunda parte de «Las Sinsombrero» (primera parte íntegra aquí), con el subtítulo «Ocultas e impecables», una nueva recuperación de artistas femeninas olvidadas de la Generación del 27. Su visionado puede servir de broche de esta semana del Día Internacional de la Mujer.

Sororidades Instagramer

Uno de los retratos que componen la exposición Sororidades Instagramer