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Carteles-Los muchachos de antes no usaban arsénico-El cuento de las comadrejasEl ser humano necesita un poco de todo para desarrollar sus defensas: un poco de tuberculosis, un poco de anginas… también un poco de histeria, afirma Norberto (Narciso Ibáñez Menta) mientras despelleja un conejo, restando importancia a los gritos de Mara (Mecha Ortiz) por su terror a una rata muerta descubierta en la cocina. Escena parte de la presentación de cuatro personajes de avanzada edad que en una mansión apartada conviven en un equilibrio desigual: la sólida amistad de Norberto, Martín (Mario Soffici) y Pedro (Arturo García Buhr), frente a la soledad de Mara, gloria del cine ya retirada cuya decisión de cambio de vida desatará el conflicto.

La historia de “Los muchachos de antes no usaban arsénico”, dirigida en 1976 por José A. Martínez Suárez y coescrita por este junto a Augusto Giustozzi, no oculta su inspiración en “El crepúsculo de los dioses” (Sunset Boulevard) y “El quinteto de la muerte” (The ladykillers), añadiéndole una vitriólica carga de cinismo que solo en clave de feroz humor negro resiste el componente misógino de su conjunto. Laura (Bárbara Mújica), la joven de la agencia inmobiliaria que, a instancia de Mara, llega a la finca para iniciar los trámites de su venta, será vista por los tres hombres como una alimaña intrusa que amenaza con desestabilizar su armónico microcosmos. A partir de ahí se iniciará un juego de escenificaciones que desembocará en un final inesperado.Los_muchachos_de_antes_no_usaban_arsénico-Elenco

Vista hoy, la alianza de una mujer mayor mostrada como una diva egoísta y otra joven que aparece como una sagaz y codiciosa negociante frente a un trío de despreocupados hombres mayores que se pasan gran parte del día jugando, dibuja un retrato nada igualitario… De ahí que la actualización de este clásico del cine argentino, revisitado por Juan José Campanella en su último largometraje, “El cuento de las comadrejas”, anticipe ya su carácter de fábula desde su título, subrayado por su simbólico inicio en el que una comadreja y una rata son planificadamente cazadas minutos antes de que aparezcan los dos personajes que interrumpirán el tranquilo retiro de cuatro décadas del cuarteto protagonista.

Los muchachos de ayer no usaban arsénico-1976

Los dos tipos femeninos de la película de 1976 no son precisamente simpáticos

El cuento de las comadrejas-Graciela Borges-Luis Brandoni

La libre versión de Campanella introduce el elemento del romance, inexistente en su predecesora

Los muchachos de antes no usaban arsénico-Narciso Ibáñez Menta

La memoria como valor y como arma: «Para lograr sobrevivir hay que recordar absolutamente todo», una de las memorables frases de Norberto, médico retirado encarnado por Narciso Ibáñez Menta

Campanella ha conseguido lo que no logró Hollywood, que tentó a Martínez Suárez para vender los derechos de la trama: estrenar una nueva versión que respeta en lo sustancial el espíritu original. En ambas historias podemos reconocer diversas dualidades que las vertebran: la juventud que sobrevalora su energía renovadora (Laura afirma: Yo solo soy un instrumento del mundo que cambia) y la edad avanzada que protege su modo de entender el mundo; la vida atrapada en el pasado de Mara y el Carpe diem de los tres amigos volcado en sus juegos (en la película de 1976: las bochas -parientes de la petanca-, las cartas, las palabras encadenadas o el mortal juego final; en la de 2019, sobre todo, el billar) y, ante todo, la idea de la representación como forma de subsistencia. Todos los personajes, aprovechando sus dotes y habilidades (no se trata de la ley del más fuerte sino de la del más inteligente o ingenioso, o como dice un personaje: Un bichito se come a otro bichito, que se come a otro bichito…), representarán el papel que les interesa en cada momento para alcanzar sus metas (Laura verbaliza a Mara que, aunque se lo impidió su padre, también quiso ser actriz: De todos maneras, me salí con la mía. Cambié el arte escénico por las relaciones públicas: el teatro en el mundo de los negocios). Campanella amplifica la idea del gran teatro del mundo gracias a desarrollar la relación del matrimonio compuesto por actriz de éxito y actor bajo su sombra y, más aún, gracias a reconvertir los otros dos personajes masculinos protagónicos en guionista y director de cine, lo que le permite un jugoso ejercicio metalingüístico en su puesta en escena narrada al propio espectador, además de extender los homenajes a películas clásicas (sobre todo a “The bad and the beautiful”, titulada “Cautivos del mal” en España).

El cuento de las comadrejas-Reparto

Frente a los únicos cinco intérpretes originales, en la película recién estrenada, coproducción argentino-española, además de estar también protagonizada por un veterano elenco argentino de lujo (Graciela Borges, Luis Brandoni, Oscar Martínez y Marcos Mundstock), se añaden unos pocos personajes secundarios y, en una enriquecedora aportación que multiplica las lecturas de género y rebaja el machismo del filme de 1976, el personaje femenino de la inmobiliaria se desdobla en una joven pareja: Francisco (Nicolás Francella) y Bárbara (Clara Lago). Campanella en su guion introduce también más vueltas de tuerca que van fluidamente sucediéndose en un enredo que sabe alternar su premeditada previsibilidad con diferentes sorpresas.

El cuento de las comadrejas-Fotograma

Cuestión de trigonometría…

El largometraje de Martínez Suárez se estrenó en Argentina un mes después del golpe de Estado de 1976 y en él subyacía, en última instancia, una crítica a la violencia y a las desapariciones políticas en su cita final de la Biblia (el personaje de Norberto las usa reiteradamente): No tengas envidia de los que hacen iniquidad porque como hierba serán pronto cortados. El dirigido por Campanella se permite marcar más el acento en la crítica a la dictadura a través de los efectos causados en sus protagonistas, si bien su juicio se posa sutilmente también en otros terrenos (la especulación urbanística moderna o la marginación a la que se relega a la llamada tercera edad). En ambas historias, la libertad personal será el eje central, el reducto al que todos aspiran en sus maquinaciones frente al resto.

Ante la puesta en escena clásica del filme de Martínez Suárez, con una cámara casi invisible en el único espacio de la vieja casona y su entorno, y una música que acompaña potenciando el tono del relato, Campanella apuesta por ciertos artificios de la dramaturgia (planos aberrantes, enfoques selectivos), un marcado esteticismo estilizando una pluralidad de espacios y una banda sonora (que combina piezas originales con clásicos como “I’m sorry” de Brenda Lee y “Only you” de Los Platters) como recurrente elemento anticipatorio de los acontecimientos al ir concatenando diferentes secuencias.

“Los muchachos de antes no usaban arsénico” y “El cuento de las comadrejas”, con sus impecables repartos al frente, componen una sobresaliente sesión doble para ejemplificar el alcance del humor negro en función de sus ingredientes, ya sea más cargado de seco sarcasmo, ya sea atemperado con dosis de complicidad y ternura. Ambos títulos, en este sentido, son hijos de su tiempo.

Las claves de “El cuento de las comadrejas” según CampanellaJuan José Campanella-Zaragoza-Aragonia-El cuento de las comadrejas-Foto AtmosferaCine 02«El cuento de las comadrejas» el pasado jueves 11 se preestrenó en Zaragoza en los cines Aragonia. Previamente a la proyección, Juan José Campanella, acompañado del periodista y crítico de cine Carlos Gurpegui, la presentó y se prestó a un breve coloquio con el público. El realizador argentino destacó el valor de la experiencia comunitaria de ver cine y de compartir un sentimiento común durante dos horas. No hay música más hermosa que la carcajada de un cine lleno. Según sus declaraciones, estas son algunas de las claves del largometraje:

El origen del remake: Se sitúa hace veintidós años, antes de toda mi filmografía más conocida, mientras montaba mi segunda película en Los Ángeles (“Love walked in”, dirigida en 1997 tras “El niño que gritó puta”, de 1991, de la que incluye un guiño en su nuevo filme). Entonces veía mucho cine clásico y me di cuenta de que ya no se hacía cine así, con esos diálogos y esas vueltas de tuerca. Desde el primer boceto de guion trabajé mucho unos diálogos muy estilizados, estilizados en el sentido de que su estilo no es absolutamente natural, de ahí que se precise de unos intérpretes que los hagan sonar como si todo el mundo hablara así.Juan José Campanella-Zaragoza-Aragonia-El cuento de las comadrejas-Foto AtmosferaCine 01

Las fronteras del humor: Cada vez nos apuntan más temas de los que nos dicen que no podemos reírnos. Dentro de poco hará falta no solo permiso sino también un papel firmado… Aquí les propongo reírnos de asuntos como la muerte, la vejez y otras cosas que tratamos generalmente con mucha tristeza y tragedia. Desde sus orígenes, el humor es reírse de lo más sagrado.

Sobre sus temas: Cuándo dejamos de vivir, en qué momento el pasado puede convertirse de un lindo y grato recuerdo en una cárcel. El tema de la edad, no obstante, resulta secundario (la juventud sería el poder que aquí tienen los villanos). Lo más relevante, sin hacer spoiler, sería la lucha entre la gente que haría cualquier cosa para tener más y la gente que haría cualquier cosa para pasarlo bien.

De lo universal y lo local: Aunque los personajes son argentinos hablan de asuntos que creo que entenderán todos. Lo lindo de ver cine de otros lados es ver un tema universal con un sabor local. Si encontramos historias que no nos llegan, entonces solo se tratará de un entretenimiento. En cambio, yo puedo ver “Pather Panchali”, que transcurre en una aldea hindú en 1910 y puedo sentirla como la historia de una familia argentina.

Qué pretende: Así como existen películas muy basadas en la realidad, como espejos de la misma, en “El cuento de las comadrejas” yo les propongo que se dejen llevar por un cuento, que se dejen sorprender y se diviertan, que sientan lo que quieran, hasta aburrimiento…

Accede a su tráiler desde aquí.El cuento de las comadrejas-Carteles promocionalesEl cuento comadrejas-Poster