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2019 Festival de Cine de ValladolidEl pasado viernes llegó a las pantallas españolas Intemperie, de Benito Zambrano, el potente largometraje que inauguró la última Seminci. Una de las seis notables propuestas del festival que abordaré en este artículo; seis historias, nada complacientes en sus tramas, donde sus realizadores demuestran que su dominio de la cámara pluma (camérastylo) a la que se refería Alexandre Astruc, les facilita retratarlas trascendiendo la mera artesanía visual, dejando en ellas su impronta más personal.

Seguiré el orden de mis visionados en mi breve estancia festivalera, combinando películas de la Sección Oficial (Intemperie, El plan), de Spanish Cinema (Lo que arde), y títulos de las secciones dedicadas al país invitado, Georgia (Scary mother), y a la retrospectiva al cine chino de este siglo (Kaili Blues). Entre lo que más destacaría se situarían, asimismo, dos largometrajes de los que ya escribí: En la ciudad sin límites, proyectado en homenaje a su director Antonio Hernández en el marco de la Gala del cine de Castilla y León, y El cuadro, el imaginativo documental de Andrés Sanz programado en la Sección DOC. España.

El sábado de estreno del festival prometía ya solo con el pase matutino en el Teatro Carrión del nuevo largometraje de Benito Zambrano, que no defraudó ni en su solvente reparto (no solo el más veterano, también con un jovencísimo Jaime López al frente, deslumbrante) ni en su trama dura como la seca tierra donde se desarrolla. Esa tarde y en días posteriores, se sucederían otras sugerentes historias, dramas en su mayoría, de muy diferente calado y perspectiva.

INTEMPERIE (2019, España-Portugal. Dirección: Benito Zambrano)Intemperie-Benito Zambrano

Una huida desesperada. Una persecución implacable. La lucha por la supervivencia frente a la brutalidad de quienes abusivamente ejercen el poder.

Intemperie, adaptación de la exitosa novela homónima de Jesús Carrasco, apoyada en un guion milimétrico donde la indefinición literaria de tiempo y lugar se concreta en la España rural del sur de 1946 (lo que suma connotaciones históricas), destila cine clásico. Arranca evocándonos la miseria de Los santos inocentes (1984) y Furtivos (1975), con un conmovedor episodio que nos trae a la memoria el patetismo de Los olvidados (1950), y pronto tornará tono hacia el mejor western, el de curtidos pistoleros retirados que, sin buscarlo, se ven abocados a defender una causa ajena, como el Rooster Cogburn de Valor de ley (versión 1969 de John Wayne y 2010 de Jeff Bridges) y el William Munny de Sin perdón (1992).

Composición descarnada de la eterna lucha entre los desposeídos y los que se creen con derecho a todo por encima de todos. Doblarse pero no doblegarse, no dejar que el fuego de la ira nuble con su humo la cabeza… La filosofía que el solidario cabrero (Luis Tosar) trata de inculcar al niño (Jaime López), fruto de tantas cicatrices emocionales, se erige en todo un tratado sobre la necesidad del perdón como camino de liberación interior (la dedicatoria al final del filme lo constata). El épico desenlace, donde se explota al máximo toda la iconografía del viejo oeste, concluirá con un bellísimo plano abierto a la esperanza.

Fortalezas: las compactas interpretaciones de todo el elenco; gracias a su composición visual casi se palpa y respira la pobreza y aridez de sus entornos.

Debilidades: la tendencia al maniqueísmo de los personajes centrales.

La escena: la del pozo donde se refugia el niño, muestra maestra de cómo generar angustia jugando magníficamente con el sonido y el fuera de campo.

Intemperie-Benito Zambrano-02

La casi relación paternofilial entre el pastor y el niño que huye será el eje central de la trama. De la desconfianza al apoyo pleno. La infancia como un territorio que defender para asegurar un futuro mejor.

SCARY MOTHER (2017, Georgia-Estonia. Dirección: Ana Urushadze)Scary mother-Film

La incomprensión como cárcel que corroe nuestro yo interior. La ficción literaria como exorcismo y refugio.

Manana es una mujer de mediana edad, atrapada en una vida familiar que no le aporta ningún aliciente, que rompe con las inercias sublimando sus necesidades en un manuscrito que desatará una crisis en su hogar. Con Nukri, dueño de una librería cercana a su casa, como único aliado y ferviente creyente en la maestría de su novela, iniciará una apuesta por recuperar su yo más íntimo al margen de los menosprecios y reproches de los demás.

Relato sobre la obsesión creativa trazado con certero pulso inicialmente tenebrista (de la oscuridad a la luz pasando por el rojo del vigor y el deseo simbolizado en la trastienda de Nukri), que se nutre de la reflexión sobre losas vitales como una infancia desgraciada, los instintos reprimidos y las injustas imposiciones por roles de género. Sin subrayados ni juicios de valor sobre los comportamientos de sus personajes, su directora Ana Urushadze nos regala un impactante debut desplazándose con ágil habilidad entre el drama familiar, el thriller psicológico y el humor negro y surrealista.

Puentes que continuamente se cruzan y espejos como marcas del tránsito de Manana entre su personalidad de ayer y la que va construyendo a través de su álter ego literario, inquietante pero proactivo a pesar de todo. No en vano revela a su egoísta marido que su nombre se vincula con Manananggal, una criatura vampírica de la mitología filipina, en conexión con sus ansias de volar cercenadas por su insensible familia. El padre de Manana, otra pieza clave del argumento, sintetizará a la perfección cómo perdemos la imparcialidad (si acaso existe) cuando nos vemos involucrados en el objeto de análisis. De ahí que el juego metaficcional al que deriva el libro semibiográfico conflictivo (la realidad como principal fuente de inspiración) termine colocando las cosas en su sitio, incluyendo un simbólico pájaro en la cabeza liberada de su protagonista.

Fortalezas: la polifónica muestra de sentimientos que desprende la actriz Nato Murvanidze con una economía expresiva admirable; su oblicuo humor.

Debilidades: el riesgo de quedarse en la epidermis de una historia más sobre una aspirante a escritora que cae en el pozo de los excesos.

La escena: aquella en la que Manana lee a su familia el inicio de su novela, con un zoom de alejamiento que revela las desoladas reacciones ante las perturbadoras y siniestras descripciones donde se ven reflejados. También, en irónico díptico, el momento en que Manana trata de mostrar a su atónito marido todo lo que ve en los azulejos del baño y el posterior en que los revisa su padre, o la empatía como vía de reconocimiento.

Scary mother-Fotograma-Film

Ser capaces de leer entre líneas y no quedarnos únicamente con la aparente literalidad, un reto que la familia de la protagonista no logra superar

LO QUE ARDE (2019, España-Francia-Luxemburgo. Dirección: Oliver Laxe)Lo que arde-Oliver Laxe

Las raíces como ancla y como hogar que defender. La incapacidad de diálogo entre diferentes formas de entender ese vínculo. Las consecuencias que ello provoca.

Amador (Amador Arias) regresa a su aldea gallega tras cumplir su condena carcelaria por delito de incendio. Taciturno, sin amigos, mantendrá las distancias sociales, llevando con su anciana madre Benedicta (Benedicta Sánchez) una cotidianidad basada en el esfuerzo por sacar adelante sus modestas tierras y ganado. Pocas palabras entre ellos pero suficientes para conocerlos, como la sosegada conversación campestre sobre los eucaliptos, o los interrogantes, sin respuesta expresa, con que se nos mostrará al inicio y al término la relación maternofilial: ¿tienes hambre?¿te han hecho daño?, síntesis certera de quien sabe preocuparse por lo esencial de aquel a quien ama.

Los árboles traídos de fuera, las nuevas casas de turismo, la modernidad, plagas para Amador, que no comparte ese afán por transformar una Arcadia perfecta. Por eso, y por el estigma de su pasado, todo el pueblo despliega sus prejuicios cuando un nuevo incendio devora sus montes. El fuego arrasador, en una secuencia perfecta en su poderío a la par terrorífico y lírico (ese caballo ciego que deambula entre la tierra quemada), y ese helicóptero final que nos sobrevuela ante el sol cegador; tomar conciencia de nuestra presencia aniquiladora y de que si nos empeñamos en perpetuar el doble pulso ser humano contra naturaleza y ser humano contra ser humano, tenemos todas las de perder.

Fortalezas: la transparente naturalidad de sus dos protagonistas, intérpretes no profesionales; la virtuosa fotografía de Mauro Herce (que ya demostró su maestría en la creación de atmósferas oníricas en su debut como realizador con Dead slow ahead) dotando a los entornos naturales de aliento vital.

Debilidades: no alcanzar a captar el enorme potencial metafórico que contienen sus imágenes.

La escena: misterio, belleza, peligro y devastación se suceden en uno de los arranques más mágicos del último cine español.

Lo que arde-Oliver Laxe

Rostro y paisaje se confunden en un plano revelador, aquel en que las sombras del arbolado en el cristal del coche de Amador transmutan en llamas, no necesariamente reflejo simple de un incendio exterior

KAILI BLUES (2015, China. Dirección: Bi Gan)Kaili blues-Bi Gan-

La memoria como mapa mental y espacio de tránsito. La representación de una búsqueda como excusa para una cartografía de imágenes al servicio de la emoción espontánea.

La experiencia emotiva, sensitiva o cognoscitiva, varía en función del individuo, también del tipo de estímulos que reciba, pues de su familiaridad o no, dependerá la convergencia o divergencia de reacciones. El director chino Bi Gan lo sabe bien al dinamitar en su ópera prima cualquier fórmula narrativa canónica con su mínimo hilo argumental (un doctor que inicia un largo trayecto para hacerse cargo de su sobrino abandonado), su mezcla de poemas propios y canciones y su arrebatado carácter abstracto. Si con Largo viaje hacia la noche (2018), su siguiente largometraje, nos envolvió en una fascinante propuesta sensorial en su fusión de la contemplación fílmica con la proyección onírica, Kaili Blues, por su escaso presupuesto y trazo menos depurado, equivale a su borrador artístico, conteniendo una energía evocadora irrebatible.

Fortalezas: con ecos de la magnífica 2046 (Wong Kar-Wai, 2004), su sugestiva mirada sobre el tiempo como concepto ligado a la conciencia individual.

Debilidades: no apta para espectadores que buscan relatos con lógicas apreciables.

La escena: el hábil plano secuencia de cuarenta minutos como viaje físico y mental.

Kaili blues-Bi Gan-Film

Cruzar un río puede resultar un momento contemplativo de serenas conexiones

ECHO (2019, Islandia-Francia-Suiza. Dirección: Rúnar Rúnarsson)Rúnar Rúnarsson-EchoBuscar fórmulas diferentes para transmitir emociones. Eludir la convencional estructura narrativa griega y primar los subtextos. Partiendo de estas premisas y de su inquietud experimental, el islandés Rúnar Rúnarsson construye un largometraje con retazos de vida de gente anónima de su país con el único nexo de la época de Navidad y Nuevo año como telón de fondo.

Una sucesión de 58 breves historias, a modo de estampas navideñas, algunas localistas y la mayoría universales, en planos fijos encadenados que articulan un estimulante juego de ecos temáticos y sentimentales (algunos demasiado obvios, como la noche de celebración del nuevo año seguida del alumbramiento de un niño en una habitación de hospital). Desde los destellos breves y sencillos de lo cotidiano a la complejidad y las contradicciones de la sociedad contemporánea del primer mundo que nos envuelve. Así, en Eco fluye con continuidad, sin atisbo de conflicto intercomunicado, el festejo, la soledad, las discusiones típicas de las reuniones familiares entre desiguales ideológicamente, el culto al cuerpo, la pila de fuego quemando lo viejo (aunque nada cambie, como apunta la previa discusión familiar), el uso y abuso de las nuevas tecnologías, el drama de la inmigración… Un collage que es, a su vez, atípico testimonio del círculo vital que se repite, como las olas de ese mar que provocan, por única vez, la oscilación del plano final, olas metáfora del devenir del tiempo que todo lo puede. Por más que lo deseemos, lo proyectado a nuestro paso ya no nos pertenece, queda como huella, como eco, a experimentar por otros.

Fortalezas: la lúdica oferta de sentir la película como un dominó, encontrando conexiones lógicas a todas sus microhistorias; su lúcido fresco final de las sociedades modernas.

Debilidades: el riesgo de desconectar por el carácter anecdótico de muchos de sus pasajes.

La escena: el operario que cambia la valla publicitaria de carretera que indica 15 muertos este año por otro cartel que marca 0 muertos al estrenarse el nuevo año, puro humor negro.

Rúnar Rúnarsson-Echo-Eco

Querer capturar el presente mediante herramientas tecnológicas que desvirtúan nuestra experiencia del momento, enfermedad de la sociedad moderna

EL PLAN (2019, España. Dirección: Polo Menárguez)El plan-Polo Menárquez

Piel de comedia, alma de drama con un tajante y helador final (que motivó una polémica interpretación en su posterior rueda de prensa).

Arranca la rutina de un hombre tras despertarse y sus reflexiones sobre quién rige nuestro ser, si el corazón o el cerebro. Parece ser que el sistema límbico. Este hombre que se interroga, Ramón (Chema del Barco), atrapado en una frustrante situación de desempleo que comparte con sus amigos Andrade (Raúl Arévalo) y Paco (Antonio de la Torre), despedidos de la misma empresa, conformará con ellos un triángulo de masculinidades prototípicas que irán revelando sus carencias y vulnerabilidades a lo largo de una mañana de verano en la que se reunirán para ejecutar un misterioso plan. Metáfora de la vida misma, en la que lo accidental se nos cruza trastocando lo previsto, una avería mecánica les obliga a una espera donde la puesta en común de otras situaciones súbitas incitará a una serie de confesiones íntimas que supondrán el descenso a sus respectivos infiernos, alardeando con lenguaje procaz de lo que son capaces como coraza de lo que les carcome por dentro.

Pieza fílmica casi de cámara en tres movimientos (sus respectivos descubrimientos), que discurre en poco más de un espacio (el piso del prepotente líder del trío), fiel a su origen en la obra de teatro homónima de Ignasi Vidal, de la que se quedó prendado Polo Menárguez, que enseguida buscó cómo llevar a la gran pantalla su potencial cinematográfico. En su resultado en formato largometraje, El plan, tras su prometedor comienzo que remite a un subgénero muy concreto, da un giro y nos conduce por el trillado drama de reunión de amigos con leves pinceladas de humor, de modo que en el  tramo central, a pesar de su ajustado metraje (setenta y nueve minutos) la historia entra en un valle narrativo que sabrán sostener con su demostrada solvencia actoral Antonio de la Torre y Raúl Arévalo, en perfecto equipo con un poderoso y sorprendente Chema del Barco. Precisamente, será la confesión de este último la que elevará el filme a un memorable crescendo. Los interiores oscuros, los planos cerrados en torno a sus personajes, la asfixia atmosférica de su tensa terminación, serán elementos amplificadores de un Los lunes al sol pero sin sol, un Recuerda sin necesidad de psicólogo externo, Una historia de violencia sin justificación alguna… desembocando en un final más impregnado de realidad cotidiana de lo que nos gustaría. ¿Cerebro o corazón? ¿Qué impulsa a cada uno? Indagar, buscar respuestas, como se apunta al inicio, merece el esfuerzo, identificando la raíz que nos alimenta, pues según cuál sea nuestro timón llegaremos a uno u otro puerto, evitando, quizás, fatales naufragios irreparables.

Fortalezas: la verosimilitud de las emociones que mueven a sus protagonistas.

Debilidades: la irrelevante entidad del espacio escénico principal.

La escena: sin más que palabras, su escalofriante desenlace.

El Plan-Polo Menárguez-Largometraje

Polo Menárguez, que debutó en el largometraje en 2013 con la historia de corte experimental Dos amigos, vuelve a abordar una relación de amistad, esta vez a tres bandas, donde de nuevo afloran las sorpresas

Se anuncia que El plan se estrenará en España el 21 de febrero de 2020.

Kaili Blues-Bi Gan

El buen cine nos permite ver más allá de nuestros limitados horizontes. Fotograma de Kaili Blues

Y colorín, colorado, la crónica de lo más destacado de mi particular Seminci 2019 aquí ha terminado, no sin antes recomendar todos los largometrajes citados, universos muy diferentes en sus temas y desarrollos formales, pero todos ellos capaces de ampliar nuestros particulares microcosmos.