María Nebra, Alberto Ballester, Arancha Mendívil y Agustín Monllor, fundadores de la Asociación Salvemos el Elíseos, no pierden la sonrisa pese a no haber conseguido que su querida sala de cine reabriera sus puertas. La peor derrota es aquella en que ni siquiera has podido intentar conseguir el objetivo deseado. A ellos les queda la satisfacción de haber movilizado todo lo que estaba en su mano.
Según la RAE, heroico alude a héroe como persona que realiza una acción abnegada, lo que dista mucho de los personajes mitológicos de antaño o los de capa, escudo y poderes sobrenaturales a los que nos han acostumbrado con el cómic y el cine. El tiempo no es oro, es mucho más, el tiempo es Vida, así, con mayúsculas. Solo por todo el tiempo que la Asociación Salvemos el Elíseos invirtió altruistamente para defender que el cerrado Cinema Elíseos resurgiera con fines culturales al servicio de Zaragoza, merece calificar su actuación como heroica. Los 4 fantásticos del Elíseos.
Cuando admiras una película te la revaloriza aún más el descubrir todo aquello que rodeó su creación, así como hablar con sus responsables. Por eso quedé una tarde con los cuatro progenitores de la asociación, para compartir un rato de tranquila conversación presencial, más allá de nuestras comunicaciones virtuales y el breve contacto el día de la lectura del Manifiesto en defensa del Elíseos, en el abarrotado hall del Teatro Principal de Zaragoza aquella memorable jornada del 22 de febrero de 2016.
Nos vimos en plena ola de calor, la tarde del 11 de agosto, en el interior refrigerado de una cafetería a pocos metros del (desaparecido) cine que unió nuestros caminos. Estaba casi vacía, así que incluso con las mascarillas nos reconocemos enseguida. Una charla amistosa, de recuerdos en color y en blanco y negro de lo mejor y peor de su experiencia como Asociación Salvemos el Elíseos.
Cuenta conmigo
Su amistad surgió con notas de swing, precisamente regresaban de bailarlo el 13 de octubre de 2015, en plenas fiestas del Pilar, cuando pasaron por delante del Cinema Elíseos y vieron en su puerta el cartel de Se vende. Extrañados pero con el buen ánimo que genera la música, decidieron no quedarse de brazos cruzados ante el riesgo de perderlo como tantas otras salas antes.
Agustín Monllor: Como los niños, somos de pensarlo y hacerlo. Esa misma noche del 13 de octubre empezamos a organizarnos en las redes. Y al día siguiente Alberto se fue al Registro de la propiedad a solicitar una nota simple para conocer el estado del cine. Así fue como nos enteramos unos días después que el cine ya estaba vendido, desde julio de 2015, a una sociedad de inversión, y que el cartel de venta se refería al restaurante de la planta baja.
Arancha Mendívil: Esa misma noche del día 13 Agustín creó la página de Facebook y yo el logo, preparando enseguida los estatutos de la asociación (cuya solicitud se registró el 27 de ese mismo octubre), si bien tuvimos que cambiar el nombre inicial porque no nos dejaron usar Cinema Elíseos , al constar como término ya registrado.
Agustín: La cantidad de visitas que recibió la página de Facebook a poco de nacer fue abrumadora, no nos esperábamos tal reacción, lo que nos animó a seguir.

El elegante logo diseñado como imagen de la Asociación, en réplica a la espectacular lámpara del cine
A eso se le llama pasar a la acción de forma instantánea, con todo lo que conlleva siendo la defensa de un bien para uso común. Así fue como de una jornada festiva saltaron a un tiempo intensísimo de nuevas actividades: gestiones, reuniones, comunicaciones en las redes, encuentros con los medios de comunicación, además de, como apunta María Nebra seguir ocupándote de tu vida.
La noche de Halloween decidieron preparar entre los cuatro «un divertimento terrorífico», montando y doblando un pequeño vídeo con imágenes del largometraje «El jovencito Frankenstein». Parece ser que no todo el mundo lo encajó con el humor debido, a pesar de que quedaba clara su lúdica propuesta con este texto: «Hola. Noticia fresca, Mel Brooks se ha hecho socio de nuestra asociación y nos ha hecho un terrorífico regalo. Feliz noche de ánimas».
El nuevo dueño del cine, con quien hablaron en varias ocasiones, aunque conciliador con el respeto a los elementos catalogados patrimonialmente, quería conseguir su rentabilidad alquilando el espacio, así que continuaron en su afán de implicar a las instituciones y a la sociedad.
Hubo muchos nombres del ámbito cultural que manifestaron públicamente su adhesión.

María Pérez Collados, Alexandra Jiménez, Nacho Rubio, Marisol Aznar, Rafa Blanco, Luis Rabanaque, apoyando la iniciativa

Puy Oria, Montxo Armendáriz, José Antonio Sayagués y Miguel Ángel Aijón, más ejemplos de adhesiones dentro del mundo de la cultura. Fotos del Facebook de la Asociación
Arancha: Hasta contamos con la implicación del equipo del programa Oregón TV, donde su «Comando Almogávar» rompió una lanza por la recuperación del cine.
Fue en el programa 313, emitido la noche del 5 de diciembre de 2015. Puedes verlo, a partir del minuto 16:19, a través de este enlace de su web.
También promovieron en sus redes programaciones ficticias, a iniciativa popular, para mantener viva la ilusión de la reapertura.
Entre las alegrías de la costosa senda, que en un libro de enseñanza de español para estudiantes franceses salieran como ejemplo de reivindicación popular. Eso te anima mucho y te hace sentir muy grande, comenta Arancha.
Avanzada la conversación, me muestran una gran caja donde guardan algunos de los hitos de su trayectoria: los pequeños papeles con los que sortearon qué cargo tocaría a cada uno en la naciente asociación, sus estatutos, el cuaderno-diario de sus actuaciones, recortes de prensa, su participación en la sesión 145 (noviembre de 2015) del ciclo «La buena estrella» dedicada al largometraje «Bendita calamidad», la normativa aragonesa de patrimonio cultural, la acreditación de su asistencia a la sesión de las Cortes de Aragón donde se presentó la proposición no de ley nº 138/16, sobre la conservación del Cinema Elíseos (íntegra aquí)… Y como testimonio de la lectura del Manifiesto (accede a un breve vídeo), suscrito por más de 130 personas vinculadas al mundo del arte y de la cultura (entre las de fuera de Aragón, Pedro y Agustín Almodóvar, Cesc Gay, Fernando y David Trueba), un llamativo libro rojo donde se recogieron firmas de las personas asistentes al evento.


Momento de la lectura de María Nebra del Manifiesto, que sería seguido de las intervenciones públicas de muchas de las personas firmantes del mismo
Alberto Ballester: El día del Manifiesto en el Teatro Principal, en febrero de 2016, fue el punto álgido de toda esta historia. A partir de entonces empezó a decaer… Entonces todavía había esperanza en la posibilidad de movilizar a todas las instituciones.
Arancha: Porque ese era el objetivo, además de implicar a la sociedad, movilizar a los tres niveles de instituciones públicas aragonesas, sin olvidar a otras que pudieran unirse, como la Filmoteca Nacional o el Ministerio de Cultura.
Llegada esa jornada de concentración, que, como recuerda Alberto, tuvieron que retrasar tras haberla convocado públicamente porque les avisaron con pocos días de antelación de que el teatro ya estaba ocupado (esas pequeñas tensas peripecias que demuestran lo ingrato de organizar algo), ya se habían reunido como asociación con muchos responsables públicos, sin los frutos necesarios para que su empeño prosperase.
La soledad del corredor de fondo
A instancia del Gobierno de Aragón, aunque no les correspondiera, realizaron un estudio de viabilidad económica de gestión del cine. Como parte de él, un formulario-cuestionario donde la gente podía expresar de forma anónima su grado de implicación, económico y personal. Según Agustín: Ahí tiramos la toalla en la idea de que la Asociación pudiera continuar adelante sola, pues únicamente hubo 220 personas decididas a aportar con periodicidad entre 10-50 euros. Mucha respuesta en las redes pero pocos compromisos económicos. Añade María Nebra: No obstante, si hubiéramos contado con respuesta institucional suficiente, hubiéramos peleado para multiplicar más adhesiones particulares. El Ayuntamiento de Zaragoza fue quien más nos apoyó, con el poco presupuesto que tenía y con una amplia propuesta de programación. Asiente Alberto: Sí, el Ayuntamiento nos reconoció que no podía financiar el proyecto pero aportaba todo tipo de contenidos, como la Filmoteca o Cinemateca de Aragón con fondos de la Filmoteca de la ciudad, un museo del cine y la apertura y cierre del Festival de cine de Zaragoza y de otros festivales y muestras de la ciudad. Todo ello había que explotarlo, considerando que el propietario del local lo alquilaba por el módico precio de 25.000 euros mensuales. Por eso propusimos una Fundación con la DGA, el Ayuntamiento de Zaragoza, la DPZ y el Ministerio de Cultura; la Asociación estaba dispuesta a quedarse fuera si era preciso, pues nuestro objetivo se cumplía si se recuperaba el cine como lugar cultural.
En sus largas gestiones no todas las instituciones fueron igual de receptivas y colaboradoras.
Agustín: Algunas instancias públicas nos ningunearon. Nos pasó como a la asociación APUDEPA, que a pesar de estar defendiendo el patrimonio público parece que molestamos a ciertos políticos. Cierto que se trataba de mucho dinero pero tampoco inalcanzable, pues se podía haber financiado como se hace con otras cosas. El tema debía abordarse con mirada a largo plazo. El Elíseos era la última sala histórica de cine de la ciudad, con un valor sentimental y cultural muy grande.
Arancha: Para eventos hubiera funcionado. Elaboramos una gran lista de actividades para desarrollar allí con regularidad. Como tras la pantalla de cine había un pequeño escenario, si la pantalla se hacía plegable podía aprovecharse ese escenario de forma polivalente; por ejemplo, para pequeños grupos musicales, presentaciones de libros, monólogos… aparte de las proyecciones. Incluso se podía haber ofrecido como espacio puntual para bodas, pases de modelos…
María: De esa forma, el restaurante de la planta baja podía haber salido beneficiado, pues ya estaba cerrado antes de la clausura de la sala.
Arancha: También quisimos implicar a Ibercaja, dado que además estaba situada enfrente. Si hubieran financiado, podrían haber tenido derecho a disponer del espacio para actos propios (congresos, eventos). Las 24 horas del día dan para usos muy versátiles.
Alberto: Todas las instituciones nos advertían que los valores arquitectónicos protegidos se conservarían. Pero si el Cine Elíseos dejaba de serlo, según su nuevo destino, sus concretos elementos catalogados ya perdían el glamour original como parte del todo.
Arancha: Sí, porque lo que pretendíamos era defender la entidad cultural, no tanto piezas concretas que ya contaban con su protección legal. Buscábamos la preservación presente y futura del espacio como punto de encuentro cultural.

Vistas generales y de detalle del cine Elíseos tomadas del Facebook de la Asociación
No obstante, deben sentirse orgullosos porque sí han logrado que se conserve un distintivo especial del cine. Como cuenta Alberto: El rótulo no estaba protegido dentro del Catálogo, pero en la licencia de reforma ahora les obligan a mantenerlo. La marquesina de la fachada estaba catalogada pero las letras sobre ella, no, si bien actualmente los técnicos de patrimonio les obligan a preservarlas. Tampoco pueden poner publicidad en las puertas de la calle.
Por lo que saben, se rumoreó su reapertura como tienda Apple. Y estaban dispuestos, si su nuevo destino hubiera sido, por ejemplo, una cafetería, a negociar la conservación de la pantalla e intermediar actividades culturales puntuales con cierta periodicidad. Pero transformándose en una hamburguesería no les quedan ganas.
Agustín: Con la desaparición del Elíseos hemos perdido todos los cines emblemáticos como espacios especiales. ¿A qué cine singular acudes ahora? Nosotros íbamos media hora antes de la proyección para disfrutar de la sala.
Arancha: La experiencia comunitaria de ver una película todos a la vez, tal cual avanzamos, se muere. Sin embargo, creo que en el futuro nuestros nietos y bisnietos intentarán recuperar la sala de cine de pantalla grande como objeto casi arqueológico. Dentro de cien años posiblemente se busque volver a la tradición del espacio colectivo de cine, como ahora vuelven a practicarse algunas romerías o se usa el traje típico ansotano.
Un golpe de suerte
A veces, la ilusión viaja en billete de lotería…
Arancha: Somos de la Asociación Amigos de Serrablo, de Sabiñánigo, con la que tenemos una curiosa historia. El padre de uno de sus fundadores (sindicalista, como Ramón Acín) en los años 30 del siglo pasado viajó a Huesca por temas laborales. Le ofrecieron lotería de Navidad pero como llevaba un año sin trabajar no estaba en disposición de comprarla. Ese mismo número de lotería lo adquirió Ramón Acín, que siendo amigo de Luis Buñuel le había dicho: si me toca el gordo de esta lotería te pago la película que quieras hacer. Le tocó y le financió «Las Hurdes«. Justo en 2015 Amigos del Serrablo recupera ese número y decide hacer participaciones de lotería. Vendimos y compramos un montón pensando que con la conexión cine-Buñuel, nos iba a tocar seguro… Además, ese año la asociación se había mudado a la calle llamada precisamente Luis Buñuel… Estábamos dispuestos si la suerte nos acompañaba a dar ese dinero a la DGA para que comprara la sala del Elíseos… No pudo ser, pero seguimos jugando ese mismo número. Por cierto, que la anécdota del billete de lotería agraciado aparece en el largometraje de animación “Buñuel en el laberinto de las tortugas”. Película que pudo haberse proyectado en el cine Elíseos. Sin embargo, nos han despertado de ese bonito sueño con olor a hamburguesas…

Así anunciaba Amigos de Serrablo hace unos años la opción de su número de lotería

Pantallazo de la web de Amigos de Serrablo con la propuesta de lotería para este 2021. Siguen intentándolo con el mismo número que sirvió para financiar la tercera obra de Buñuel
Primero hay que soñarlo para luego verlo. Por eso ese golpe de suerte hubiera sido todo un acto de justicia poética. No obstante, surgen otras casualidades. Casualidades que quizás no lo sean tanto…
Agustín: Nuestro sueño de volver a recuperarlo fue muy bonito y el cine, de alguna forma, se despidió de nosotros, como si tuviera alma. Y lo hizo iluminando las luces de su rótulo exterior. En un tiempo en que por la pandemia no nos acercábamos casi por el centro de la ciudad, que en un paseo totalmente fortuito por delante de él lo viéramos iluminado lo sentimos como su particular adiós.

Un selfi pleno de luz en todos los sentidos. Foto del Facebook de la Asociación
El cine es magia, es ilusión. Por eso no tengo duda: aquella noche del 16 de septiembre de 2020 fue un momento mágico, un regalo, como si el cine decidiera latir por última vez en su esplendor como tal y se lo dedicara a quienes habían puesto también su corazón al servicio de que su sala perviviera…
Recuerda
Terminamos hablando de esa memoria cinéfila que compartimos quienes somos de la misma generación. Títulos y salas que nos marcaron.
María y Alberto reconocen su extraordinaria cinefilia desde muy jóvenes. Con la propina que nos daban, comenta María, llegamos a ir cuatro veces por semana al cine. Con nuestros colegas, la pandilla de siempre, pasábamos la tarde en el cine; por ejemplo, en el cine Palacio, aprovechando sus programaciones de sesiones dobles o triples. Como nos encantaba el terror, veíamos consecutivamente la película buena y la menos buena ofertadas en los ciclos. Ya de adultos, salvo el parón por la pandemia, asistimos como mínimo una vez a la semana.

Recupero de mi colección de recortes esta programación del cine Palacio de mediados de los pasados años 80, ejemplo de los ciclos recordados por María y Alberto

Otro recorte ilustrativo de pasados tiempos. Anuncio en prensa de la reapertura del cine Goya, remodelado en 4 salas, el 20 de mayo de 1989.
Agustín y Arancha, además de cinéfilos, cuentan también con una faceta como cortometrajistas, habiendo participado en el reciente certamen «Belchite de película / 24 horas de cine exprés«.
Para finalizar, una pregunta que combina nostalgia y pequeño homenaje: ¿con qué película os hubiera gustado reabrir el Cinema Elíseos de haber tenido éxito vuestra iniciativa?
Barajan varios títulos que disfrutaron en su sala o de los que guardan un especial recuerdo: «El discurso del rey», «El jovencito Frankenstein», «El hombre elefante», «Indiana Jones en busca del arca perdida», «Los Goonies»… Pero mayoritariamente eligen una de las últimas vistas en El Elíseos: «Midnight in Paris«, de Woody Allen, por su relato de ensoñación y de viaje a un mundo idealizado, muy conectado con la idea del hechizo que provoca el cine a través de sus historias.
Agradecer nuevamente a Agustín, Arancha, Alberto y María, el tiempo que me dedicaron a escasos metros del antaño Cinema Elíseos. Concluimos el encuentro con una foto ante su fachada. Una fachada que sabemos mantendrá la memoria de que su interior acogió, a lo grande, el cine con toda su emoción, emoción compartida al unísono, emoción sentida en un entorno único. A partir de ahora, fachada huérfana de su contenido original, como la fachada de cartón piedra de un rodaje cinematográfico, promesa de una bella ilusión evanescente.
Estupendo y emotivo este paseo por la lucha en mantener el cine Elíseos. Gracias aunque no se haya conseguido.
Y qué recuerdos, cuántas salas perdidas; el cine Palacio, los Goya, Buñuel y de mi infancia el Latino, ahora un bingo. El cine Fuenclara en un hermoso pasaje, también desaparecido.
Mantengamos la ilusión por ver cine, en pantalla grande, en silencio, sin interrupciones!!.
Gracias, Charo. De los que citas, un recuerdo especial ahora para el cine Fuenclara, sito en la calle homónima, también llamado cine Arlequín, abierto desde los años 50 hasta 1987 y ubicado nada menos que en un palacio de estilo renacentista, declarado Bien de Interés Cultural, con un gran patio interior. En pleno centro urbano, junto a la calle Alfonso I y la Plaza San Felipe, se trata de otro valioso espacio arquitectónico que aún pervive y que a principios de este siglo fue adquirido por el Ayuntamiento de Zaragoza, restaurado y consolidado parcialmente, pero que ahí sigue, cerrado, esperando que se le dé un uso.
Personalmente guardo mi particular vínculo con él, pues fue sede de los primeros años de la Filmoteca de Zaragoza, justo antes de cerrar, y en él disfruté de grandes clásicos y alguna anécdota, como la sucedida durante la proyección de «Encadenados», de Hitchcock, en la que, junto a mi madre, vi cómo empezaban a quemarse los fotogramas en la pantalla. Sería la mala calidad de los rollos o un despiste del responsable de la cabina, pero cuando luego contemplaba eso mismo en películas como «Cinema Paradiso», me envolvía un halo de familiaridad nostálgica. Nuestras memorias de celuloide.
Ojalá el Palacio de Fuenclara reviva con alguna nueva actividad pública. Hasta entonces, sigamos aprovechando las salas de cine disponibles para que no pasen a ser también parte de nuestro pasado…
Jo, Ana me ha parecido un texto emocionante.
Cuántas historias puede contar una sala de cine.
Has hecho con este texto junto con los valiosos testimonios de María Nebra, Alberto Ballester, Arancha Mendívil y Agustín Monllor que el cinema Elíseos esté vivo, y bien vivo, en la memoria. Hay luchas que, aunque lo parezca, no se pierden nunca.
Beso
Hildy
Gracias, Hildy. Me consta que tú también eres una gran amante del cine en el cine, y en tu magnífico blog nos haces casi vivir las películas que con tanto cariño y buen criterio analizas. Y es que la experiencia cinematográfica compartida, en una sala oscura y con la oportunidad de debatir después sobre ella, permite que esos momentos no se pierdan en nuestra memoria como lágrimas en la lluvia…
Un abrazo.