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-Sitges-Festival Cine-Vista paseo e iglesia-Foto AtmosferacineVolver a un Festival de cine como el de Sitges, donde a la belleza de su localización costera y suave clima mediterráneo se le suma una intensa programación de género fantástico y un entusiasmo generalizado del variopinto público asistente, es garantía casi segura de paréntesis paradisíaco en tu cotidianidad.  Este 2021 se celebró su 54ª edición marcada aún por las medidas de seguridad por la pandemia, pero que en su tramo final, a partir del viernes 15 de octubre, recuperó el cien por cien de aforo en sus salas, lo que permitió acoger a parte de los seguidores del festival que se habían quedado fuera por las restricciones anteriores del setenta por cien de localidades. Por otra parte, tras el descafeinado certamen del 2020, este ha brillado por la calidad de su programación y el retorno masivo de su público más fiel. Todo un éxito.

En mi selección de cuatro días de estancia no coincidí con ninguno de los títulos premiados, pero la media de los nueve largometrajes visionados puedo situarla en un notable, con dos sobresalientes indiscutibles. El siguiente es mi recuerdo de lo mejor de mi particular visita al festival:

Animación de autor: Absolute denial y Junk head

Comenzar el festival en el Cine Prado, emblemática sala sitgetana integrada en el antiguo casino e inaugurada en 1911 con pinturas de Agustín Ferrer Pino, asistiendo antes de la proyección a una prueba de su sistema Dolby Digital, ya marcaba pista de la equilibrada organización entre el empleo de espacios histórico-artísticos y su adaptación a las nuevas tecnologías.Cine Casino Prado-Sitges-Festival Cine-Foto Atmosferacine

Absolute Denial--

Precisamente el uso de la banda sonora se revela fundamental para sentir el cada vez más asfixiante entorno en el que se desenvuelve la historia del programador informático de Absolute denial, el largo de animación con el que me estrené en el festival. Una parábola sobre el precio de una obsesión: la de un ambicioso joven que deja al margen toda su vida personal por culminar su proyecto de crear un ordenador que compendie todo el saber humano. Obra del británico Ryan Braund, con influencias reconocidas de Ghost in the shell, de Mamoru Oshii, y de Pi, fe en el caos, de Darren Aronofsky, su trazo sencillo en blanco y negro (más de 30.000 fotogramas dibujados a mano por su director), sus envolventes y casi incesantes recursos sonoros (un acierto las distorsiones acústicas así como la grave voz de la computadora, cada vez más amenazante, que da cuerpo a una mera pantalla con sus textos) y su tono entre el drama convencional de genio enfrentado a su criatura (con composiciones de puro duelo a lo western) y onírica fantasía de quien se ve arrastrado por su locura, funcionan a la perfección conduciéndonos por una trama que, pese a un acto final lastrado por reiteraciones explicativas innecesarias, nos recuerda que la apuesta por la evolución, como sucedía en 2001: una odisea del espacio (de la que también reconocemos numerosos guiños), no siempre conduce a los puertos que anhelamos.

Ver su tráiler aquí.

Absolute Denial-

junk_head-Mi otro largometraje de animación, visto en la no tan cómoda y mucho más funcional sala Tramuntana del Hotel Meliá, tomaba también como partida la aventura solitaria de un ser humano que se ofrece para un viaje de investigación a las entrañas de un inframundo postapocalíptico, habitado por especies extrañas, algunas sucesoras de premeditados experimentos genéticos, con las que se verá arrastrado a todo tipo de peripecias, perdida su identidad en carcasas robóticas que acogen una parte de su conciencia.

Cabía la posibilidad de que su mayor credencial se revelara insuficiente: constituir el debut en el largometraje stop motion de Takahide Hori, artista japonés multidisciplinar autodidacta que, tras un corto previo de 30 minutos (Junk Head 1), invirtió diez años en completarlo casi como único artífice; sin duda, toda una proeza creativa. El artesanal resultado permite lucir tan entregada dedicación, revelándose como un imaginativo universo pleno de bizarros personajes, humor gamberro y un desigual sentido del ritmo que, incluso así, atrapa en su particular propuesta a poco que te guste el manga cyberpunk.

Página web y tráiler aquí.

Junk Head

Una distopía salpicada de humor: Warning

Warning

No solo Charlie Brooker en Black Mirror es capaz de ofrecernos desasosegantes futuros muy cercanos. La debutante norteamericana Agata Alexander compone su particular fresco sobre una humanidad en descomposición ante una tecnología que es más una servidumbre que un instrumento a nuestro favor. El prólogo de Warning resulta premonitorio: un astronauta en misión de reparación de un satélite artificial relacionado con las perturbaciones eléctricas que sufre la Tierra, dialoga con una invisible inteligencia artificial demandándole compañía robótica, que se le deniega por ser esta mucho más costosa que su propia vida. Pronto, por accidente quedará a la deriva en el espacio, incomunicado. La soledad, la incapacidad para conectar con los demás, la búsqueda de una irreal felicidad, se repetirán en las diversas historias alternas que se suceden en la película. El variopinto registro tonal de cada una será su principal baza: desde el drama, teñido de oscuros interiores, del androide con apariencia de anciano que no encuentra nuevo dueño, al humor con estética en colores pastel de la joven enganchada a las órdenes de su dios portátil en forma de metrónomo, pasando por el misterio de un extraño acosador nocturno, la aventura terrorífica de la menor que se embarca en un peligroso intercambio de cuerpos, y el drama clasista centrado en una acaudalada familia inmortal que desaprueba que su hijo quiera emparejarse con una pobre mortal. La esperable convergencia de todos los segmentos puede no satisfacer al gusto más ortodoxo, pero su sorprendente resolución y su chiste final lo compensan, relativizando el solemne interrogante metafísico sobre quién mueve los hilos de nuestros destinos.

Este es su tráiler.

Warning-

Los oscuros rincones de la mente: Here before y Earwig

La también ópera prima de la irlandesa Stacey Gregg, Here before, arranca ya en clave de thriller psicológico tanto por su inquietante forma de representar los espacios que habitarán los personajes como por su intrigante fondo sonoro. La llegada de una joven pareja con su niña Megan a la vivienda contigua de Laura (extraordinaria Andrea Riseborough), reavivará la herida aún abierta de su hija fallecida, de la que encontrará desconcertantes destellos en la pequeña vecina a través de sus ambiguos comportamientos. Progresivamente, la complicidad balsámica que une a Laura con Megan desequilibrará la convivencia de sus entornos, enredándose los interrogantes sobre qué vínculos las unen y dónde consta el límite entre lo real y lo deseado. Su puesta en escena tejerá un solvente cauce por el que llevarnos, con un simbólico uso de los espejos como elemento narrativo, composiciones donde sentirnos testigos lejanos y un estratégico empleo de planos de lugares vacíos con los que subrayar las conexiones entre el mundo espiritual y natural. Su giro final puede que no sea epatante y que traicione su inicial espíritu esotérico, pero logra asombrar y no deja de ahondar en su premisa de partida: un denso drama familiar envuelto en un perturbador misterio que explora las raíces del duelo y la culpa.

Un clip de su historia aquí.

here_before

Earwig

La francesa Lucile Hadzihalilovic se ha labrado ya un estilo que, enmarcado en entornos siniestros, prima lo sensorial y enigmático frente a la comprensión lógica y racional de sus propuestas. Nada parecido a la desmesura emocional y, a veces, psicodélica, de su pareja, el también guionista y cineasta Gaspar Noé. Su tercer largometraje, primero en habla inglesa (aunque con apenas diálogo), tras Innocence y Evolution (ambientados en un internado femenino y en una isla remota), vuelve a abordar la infancia encerrada en un singular microcosmos, en Earwig a través de una niña que vive una gris rutina sin salir de una mansión en perpetua penumbra (el recuerdo de Los otros, de Amenábar, surge inevitable). El aire turbador que destilan sus imágenes, gracias a una deslumbrante fotografía de interiores sin apenas luz y de exteriores neblinosos, y el recurrente uso de elementos alegóricos, también nos remite a los enrarecidos hábitats del cine de Peter Strickland; si en su The Duke of Burgundy el simbolismo en bella clave estética eran los lepidócteros, aquí será el vidrio y el hielo, y frente a su transparencia, la opacidad del tenebroso universo. Su principal protagonista, un hombre atormentado del que apenas se nos revela nada hasta bien avanzado el metraje, ejercerá de cuidador obediente e inexpresivo de una silenciosa niña con dentadura de cristal. Será esta primera parte la más hipnótica en su intriga de pequeños gestos cotidianos entre la menor y el adulto, abriéndose en una segunda a nuevos personajes, asimismo lóbregos, que desencadenarán una acción de desenlace algo frustrante. Ello no resta para que, hasta entonces, la navegación por sus turbias aguas nos haya permitido transitar un original cuento gótico.

Una significativa escena del largometraje aquí.

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Hurras para Edgar Wright: Last night in Soho y The Sparks Brothers

Cuando tus expectativas son altas corres el riesgo de que se frustren, pero si son no solo satisfechas sino superadas ampliamente, el goce experimentado se multiplica de forma jubilosa. Así me sucedió con mis dos apuestas por los últimos largometrajes del inglés Edgar Wright, puro goce cada uno en su registro.Last night in Soho

Last night in Soho arranca con la luminosidad de un vitalista musical de los años 60. No en vano su protagonista, la joven Eloise, en pleno siglo XXI aspira a triunfar como diseñadora de moda mediante sus personales diseños inspirados en el pasado de juventud de su fallecida madre. Para ello, de su pequeño microcosmos rural se trasladará a una reputada academia londinense donde vivirá su particular camino de crecimiento en la aceptación social. Pronto, gracias a su don, se desdoblará por las noches en una aspirante a cantante de su década soñada. Lo que empieza con ecos de Midnight in Paris, de Woody Allen, enseguida tornará a tintes donde lo idealizado revelará sus oscuras grietas. Del color de los sueños más estimulantes a la negrura de las pesadillas. Con resonancias, según su propio autor, de Amenaza en la sombra y Repulsión, advertimos muchos otros guiños y citas, desde Hitchcock a Brian De Palma, pasando por Tarantino y otros cineastas de deslumbrantes juegos escénicos, no en vano la cinefilia de su creador se cuela por todo el metraje, lo que no distrae de su ritmo trepidante, sino que como en una montaña rusa, su viaje por la magia de la ensoñación y la bajada a los infiernos de las ilusiones rotas nos atrapará por igual. Todo ello gracias a un uso atmosférico de la banda sonora, una brillante recreación de sus dos tiempos narrativos y a un elenco en estado de gracia, desde las dos protagonistas en un tándem memorable: Thomasin McKenzie como la ingenua y empática Eloise y Anya Taylor-Joy como la fascinante y vulnerable Sandie, hasta sus secundarios de lujo: Terence Stamp y Diana Rigg en la que sería su última aparición cinematográfica, pues falleció en septiembre de 2020 a los 82 años.

No conviene desvelar más, pues el propio director, en un video grabado emitido antes de la proyección, solicitó a todo el auditorio discreción con su desenlace, no privando así a los futuros espectadores del placer de descubrirlo por sí mismos.

Estreno previsto en España: 19 de noviembre.

Su sugerente tráiler puedes verlo aquí.

last-night-soho-fotograma

the_sparks_brothers

Por su parte, The Sparks Brothers es un regocijante documental sobre Ron y Russell Mael, los dos hermanos que componen, en términos del propio filme, una anomalía, la mejor banda británica que ha dado Estados Unidos. Un grupo de rock, o de glam rock, o de pop performativo… Un grupo inclasificable en su idiosincrasia. Son Sparks, fieles siempre a sí mismos, imbatibles ante los continuos altibajos de su carrera musical desde sus comienzos a principios de los años 70. Nuevamente aquí Edgar Wright vuelca su pasión musical, y en este caso su admiración por sus protagonistas, para componer un retrato no solo profesional, también íntimo, de un dúo que, con su continua renovación y experimentación al margen de lo que dictasen los gustos del mercado, ha impregnado toda la historia musical de las pasadas décadas, con muchos exitosos grupos como casi clones inconfesos de su estilo. Wright afronta la ingente labor de mostrarnos, en orden cronológico, el paisaje en torno a casi toda su discografía, y ello con una amena minuciosidad digna de elogio en su alternancia de fondos documentales (grabaciones de actuaciones, entrevistas, videoclips…), animaciones (en dibujo y stop motion) y testimonios no solo de los dos hermanos (genio y figura), también de muchos de los músicos de los que se rodearon, de sus productores (como Giorgio Moroder, que revitalizó su trayectoria en un momento delicado), de seguidores (el propio Wright entre ellos) y artistas que reconocen su influencia (como Björk). En el empleo de tales testimonios, en el clásico plano fijo mirando a cámara, sabe también el director aportar su propio dinamismo, optando por el blanco y negro y variación de escalas, además de ofrecernos un momento clímax de emoción en su uso del silencio en la declaración de una de sus bateristas, al narrar cómo resistieron ante el fracaso de uno de sus más queridos proyectos, en el que invirtieron seis años: la adaptación musical del manga japonés Mai, Psychic Girl por Tim Burton, que terminaría dejándoles por otros trabajos. Antes ya habían sufrido otro fallido intento de saltar al cine, con Jacques Tati al frente. El documental incluye también cómo se han sacado esa espinita con Annette, de la que son guionistas y compositores, otorgándoles Leos Carax un papel protagónico en el arranque musical de la historia. Su cinefilia la delatan las letras de sus propias canciones y su sentido del espectáculo en sus actuaciones, además de haber aportado su música a diversos filmes e incluso aparecer en algún cameo, caso del largometraje catastrofista de 1977 Montaña rusa. Todo esto y mucho más se cuenta en los nada largos 141 minutos del documental, impregnado de un humor que se prolonga hasta un vivificante epílogo de datos verídicos.

The sparks brothers-Portada

Parece ser que los hermanos Mael no quisieron antes que se rodara una película sobre ellos por el carácter testamentario que suele caracterizar a este tipo de producciones. Confiaron en Edgar Wright y acertaron de lleno. Si eres fan de los Sparks, debe serte imprescindible, y si no los conoces, como era mi caso, no te extrañe que tras verlo te entre un irrefrenable interés por sumergirte en su discografía. Aquí su web oficial para ir abriendo boca. Y desde ya, The Sparks Brothers, uno de los mejores documentales musicales de los últimos tiempos.

Estreno previsto en España: 12 de noviembre.

Puedes disfrutar de un avance aquí.

The sparks brothers

Panorámica visual

Como es habitual, las presentaciones aportan interesantes informaciones sobre la película seguidamente a proyectar. Este año, con el fondo del leitmotiv de la edición, la legendaria figura del hombre lobo como principal representante iconográfico del tema clásico de la bestia interior o la dualidad interna en el ser humano. Casualmente, en 2021 se han cumplido diversas efemérides relacionadas, como el 80º aniversario del estreno de El hombre lobo (The Wolf Man, George Waggner, 1941), una producción Universal protagonizada por Lon Chaney Jr.; así como también los 40 años del estreno de dos populares y renovadoras versiones del personaje: Un hombre lobo americano en Londres (An American Werewolf in  London, John  Landis, 1981) y Aullidos (The Howling, Joe Dante, 1981). Sin olvidar el medio siglo del estreno de La noche de Walpurgis (León Klimovsky, 1971), una de las más populares entregas del hombre lobo nacional, el Waldemar Daninsky interpretado por Paul Naschy.

Cine Retiro-Festival cine Sitges-Foto Atmosferacine

Festival Cine Sitges 2021-Presentando The Sparks Brothers-Foto Atmosferacine

Como curiosidad, en el Auditorio del Hotel Meliá, tras la presentación, el aullido de un lobo daba paso al comienzo de la película. 

Y no solo de cine cabe vivir durante el festival, entre largo y largo, un paseo por la playa de Sitges y el precioso entorno de su iglesia, imagen icónica de la localidad, para estirar las piernas y oxigenarse. 

Sitges-2021-Foto Atmosferacine

De nuevo en las afueras del Hotel Meliá, sede principal del festival, la decoración cinematográfica ambientaba muy bien el tono del cine especialidad del certamen. Festival Cine Sitges-Decoración junto a Hotel Melia-Foto Atmosferacine

Este año las  bibliotecas de Sitges se unieron al proyecto #WomanInFan, programa para la visibilización y la incorporación de la mujer creadora en la cinematografía fantástica (su web con sus recursos aquí), acogiendo sendas exposiciones sobre las mujeres relacionadas con el fantástico que han ido pasando por la villa. Abajo, foto del patio de la biblioteca Santiago Rusiñol. Solo descubrir esta pequeña joya arquitectónica ya merecía la visita.

Festival Cine Sitges-Exposicion Mujeres en el cine fantastico-Foto Atmosferacine

En la citada biblioteca, entre los más pequeños, como ambientación festivalera y ya anticipando la inminente fiesta de Halloween, se acondicionó este rincón del terror, pues las lecturas son perfectas aliadas para alejar el miedo y la ignorancia. Festival Cine Sitges-Decoracion Biblioteca Municipal-Foto Atmosferacine

Otra exposición ubicada a la salida del Auditorio Meliá, titulada Werewolf Comix, rendía tributo al popular monstruo a través de diversas películas clásicas, representadas por 16 firmas del mundo del cómic y la ilustración, 16 miradas de uno de los mitos del terror, posiblemente junto con Drácula, el más popular en la iconografía del género. Festival Cine Sitges-Tributo al hombre lobo-Exposición-Foto Atmosferacine

Y llegada la noche, momento para que saliera la bestia interior. En numerosos rincones del paseo marítimo, se sucedían los espacios photocall donde inmortalizarse bajo la luz de la luna junto a las figuras de reconocibles fieras cinematográficas; King Kong, como no podía ser de otra manera, reinando entre ellas. Festival Cine Sitges-King Kong-Photocall-Foto Atmosferacine

Lobo Caperucita-Festival Cine Sitges-2021-Foto Atmosferacine

King Kong Photocall-Sitges-Foto Atmosferacine

Sitges-Festival Cine-King Kong Area 2021-Foto Atmosferacine

Como gran novedad, este 2021 se inauguró una nueva King Kong Area, muy cercana a la tradicional zona Fanshop de casetas de venta, junto a la ermita contigua a la playa de San Sebastián, integrada por un espacio tranquilo, chill out, donde relajarse entre música pinchada en directo, copas y picoteo ligero. A unos metros, 13 food trucks facilitaban una variada gastronomía a consumir informalmente contemplando el mar.

Tras el bullicio de estos días pasados, el gran gorila ha dejado de combatir a los aviones junto a la iglesia sitgetana y el licántropo ha parado de aullar. Queda en cualquier caso en la memoria la huella de haber vuelto a llenar las salas y haber compartido en ellas intensas historias. La oscuridad del cine nos enfrenta aún más a nuestros miedos y temores, y sobrellevarlos nos vuelve más fuertes. Esperaremos al próximo retiro anual que nos ofrece el festival de cine de Sitges para sumergirnos de nuevo en su amplia oferta de emociones.

Festival Cine Sitges-Festival 1 de Cine Fantastico-Foto Atmosferacine

Cinema Retiro-Sitges-Foto Atmosferacine