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El cine como puente para la reflexión. Los festivales como puente para la divulgación. Entre la programación de Castilla y León en corto de la 66ª Seminci se ha exhibido un filme de ocho minutos que condensa un brillante ensayo cinematográfico en torno al potencial de las imágenes, su capacidad de evocación y el sentido que les imprimimos: «Acueductos».

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Agnès Varda ejemplifica la libertad en la mirada audiovisual con su fluida narrativa entre lo documental y la subjetividad verbalizada. Su espíritu late en «Acueductos». Como en muchas de las obras de la cineasta de origen belga, una voz en off femenina en francés vehiculará la trama del corto, que en sucesión de elegantes planos fijos compondrán un relato que nos llevará de la historia de los acueductos a una memoria familiar como motivo de análisis de la tenue frontera entre lo trivial y lo significativo; y el interés personal como peso que marcará el sentido al que se decante la balanza.

La historia como memoria. Las imágenes como su testimonio gráfico. El testimonio como objeto a cuestionar. Susan Sontag en su libro recopilatorio «Sobre la fotografía» (On photography, 1977) apuntaba que «una fotografía es apenas un fragmento, y con el paso del tiempo se sueltan las amarras. Boga a la deriva en un pretérito tenue y abstracto, apta para todo género de interpretación». No es extraño que su sentir, e incluso otra cita textual de la polifacética autora norteamericana, aparezca también en «Acueductos» vertebrando los recuerdos gráficos del abuelo y los padres de la narradora. Una narradora que, como Thomas en «Blow up» (1966), nos mostrará el valor de lo circunstancial en lo capturado, o en palabras de Sontag en el citado libro, las fotografías como artefactos que son, a la vez, «nubes de fantasía y cápsulas de información».

Rodado en diferentes enclaves de Roma, como el Parque de los Acueductos, y de Castilla y León, como Segovia, Valladolid y Cabezón de Pisuerga, su cuidada mezcla de espacios arquitectónicos actuales con material de archivo en formato super-8 y diapositivas, no deja de responder a la coherencia de conectar el pasado con el presente. Y el cine como lenguaje mágico para expresar ese paso del tiempo, ilustrado en esas motas brillantes suspendidas en el aire iluminado por el foco de un proyector-médium; o el cuidado en mostrar cómo montar la bobina de cinta que resucite días pasados, dando al botón que marcará también el arranque de Variaciones Goldberg, composición musical de Johann Sebastian Bach cuya textura melódica nos acompañará hasta el final del corto impregnándolo de la nostalgia de lo que sabemos efímero.Acueductos_frame3_Alvaro Martin_Corto

El artífice de «Acueductos», el cineasta y profesor universitario Álvaro Martín Sanz, en la misma línea evocadora y envolvente de su anterior corto «Accident de personne«, creado por su productora Dream Zero Films y que también contaba con la participación de las actrices Vicky Sanz y Lucie Le Bras, maneja con precisión todo el apartado formal -cuidadas composiciones en encuadres y simbolismos, con Álex Hernández Salgado al frente de la fotografía-, jugando hábilmente con la gramática visual -ese único paneo, frente a la tónica de planos fijos, para equiparar el movimiento a la vida; o esa distorsión de la imagen en crítica a los precios abusivos para adquirir material oficial de archivo- y, ante todo, atrapándonos con sus pensamientos filmados sobre la fugacidad de la vida, la perpetuación a través de la memoria, la polisemia de los objetos, la imperiosa necesidad de registrarnos para no desaparecer por completo… A cada persona le resonará de forma diferente según sus circunstancias, pues como apunta la cita que incluye de Heráclito, el tiempo es un elemento transformador que nos trasciende y diferencia.

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«Acueductos», o no volver a tomar la foto de un monumento vacía de gente sin ser conscientes de lo que nos perdemos… Un corto que alimenta los sentidos y el pensamiento.