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El amor por el cine encuentra muchas manifestaciones. Juan Carlos Ajenjo Alonso (La Almunia de Doña Godina, 1958) ha transitado casi todas. Veterano miembro de la Tertulia Cinematográfica Perdiguer, la más antigua de España, ha ejercido como divulgador cinematográfico en medios escritos y radiofónicos, ha sido jurado de muchos de los festivales de cine de Aragón y promocionado especialmente el de su tierra: FESCILA, Festival de cine de La Almunia, creado en 1996 como unas jornadas en homenaje al cineasta almuniense Florián Rey, autor de clásicos como «La aldea maldita» y «Morena Clara». En breve, del 5 al 13 de mayo, celebrará su 27ª edición; en aquella primigenia, con motivo de la celebración del nacimiento del cine español, su tema monográfico fue el de los géneros cinematográficos. Precisamente de este tema nos hablará Juan Carlos el 4 de mayo, a las 18:30 horas, en el CPEPA Concepción Arenal (c/Santo Dominguito de Val, 10, Zaragoza), usando como hilo conductor una selección de sus álbumes de cromos. Porque otra de sus pasiones es el coleccionismo.

En esta entrevista comparte cuáles fueron sus orígenes coleccionistas y cómo ha ido ampliando su compilaciones, sobre todo las de álbumes de películas. Nos avanza, asimismo, en qué consistirá la charla-coloquio que impartirá, que promete todo un viaje en el tiempo a una época donde, a falta de Internet y otras tecnologías, los cromos representaban toda una puerta de retorno a la ilusión vivida en pantalla grande.

El coleccionismo se vincula a un afán de conocimiento y a una inquietud por especializarte en la diversidad de lo que constituye su objeto. ¿Qué te lleva a ti a ser coleccionista? ¿De qué tipo son tus colecciones?

El afán del coleccionismo me ha aportado siempre una gran satisfacción personal, ha sido un placer.

He sido siempre una persona muy curiosa y esa inquietud es la que me llevó al coleccionismo, que practico desde que recuerdo. En mi infancia principalmente atesoraba lápices, bolígrafos, llaveros y postales.  Los bolígrafos en particular, me traían de calle. Incluso ahora que ya dejé de lado el aumentar su colección, si encuentro alguna pluma peculiar en algún rastro no me resisto a comprarla; sigue siendo mi debilidad.

De pequeño también me aficioné en La Almunia a recoger fósiles, pues es tierra donde se han encontrado bastantes especies. Tengo cajas llenas de ellos, algunos muy representativos, y todavía hoy compro alguno que creo interesante.

Actualmente conservo colecciones de muy diversos temas. Por ejemplo, uno clásico: sellos de Correos de España, que comencé a recopilar en 1975, con la primera emisión en la que apareció el rey Juan Carlos, hasta el año 2020 con la pandemia. De ese periodo guardo todos, nuevos y en sus respectivos álbumes. Si bien mis mayores colecciones son las de álbumes de cromos y programas de cine (conocidos como prospectos); la de programas la inicié con varios cientos de ellos que heredé de una tía, con los que me entró el gusanillo de conseguir muchos más. He conseguido una amplia colección, a fecha de hoy, desde el más antiguo correspondiente a «Rey de Reyes», la versión muda de los años 20 que dirigió Cecil B. DeMille.

Hasta en este pequeño gran universo, focalizar tu atención en algo concreto puede favorecer tu búsqueda. ¿Qué es lo que más te interesa en tus colecciones: la antigüedad, la variedad de su procedencia geográfica -nacional o internacional-, la belleza…?

En los álbumes de cromos, la belleza es fundamental, pero también la antigüedad de los mismos. En el caso de las plumas estilográficas me gustan especialmente las antiguas, sobre todo las de las marcas Parker, Waterman o Sheaffer, pero no muero por conseguirlas. Al contrario, los álbumes de cromos, sobre todo si son de películas, me interesa siempre comprarlos, sin importarme sus fechas.

Centrándonos en el tema de los álbumes de cromos de películas. ¿Cuál fue el primero que te llevó a continuar con la colección y cómo has ido ampliándola? ¿A qué cifra llega actualmente?

Cuando era niño teníamos pocos recursos para divertirnos: estar en la calle, jugando sobre todo al fútbol (que a mí no me gustaba) o ir de vez en cuando al cine, y yo pasaba horas muertas entretenido contemplando las cosas que iba coleccionando. La afición por los álbumes me viene del colegio, de cuando los comerciantes hacían campaña en las aulas: nos hablaban del lanzamiento de un álbum nuevo y nos regalaban un sobre de la colección a cada niño, dejando un álbum vacío al profesor para rifarlo en clase. A mí nunca me tocaba, así que iba a la papelería y compraba uno para ir completándolo. Muchos de esos primeros álbumes, de vikingos, de Cristóbal Colón, de animales… no los llegué a terminar, pues me cansaba cuando salía otro nuevo que me generaba más curiosidad. Álbumes de cine llegaban muy pocos a La Almunia.

El primer álbum que completé, tras casi dos años, fue el de Vida y Color, un álbum emblemático para toda una generación por su repercusión, hablamos de 1967 a 1969. Al contar con tanta popularidad lo coleccionábamos muchos amigos, lo que facilitó que lo termináramos gracias a nuestros intercambios, pues algunos cromos casi no salían. De este álbum llegó incluso a realizarse un largometraje, titulado precisamente «Vida y color», dirigido en 2005 por Santiago Tabernero; explicaré en la charla la función que tenía el álbum en la película.

Como he comentado, mis principales fuentes de adquisición de pequeño eran las papelerías, así como el trueque entre los amigos y en algún quiosco. Así que mi primer álbum de cromos de cine fue uno que llegó a las papelerías de La Almunia, el dedicado a «La caída del imperio romano», la película de Anthony Mann de 1964; pero casi nadie de mi entorno lo seguía, así que me resultaba muy costoso irlo rellenando, con lo que terminé desistiendo.

Otro álbum muy especial para mí fue el de «Ben-Hur», que era mi película favorita. Quería tenerlo a toda costa, pero como entonces no existía Internet ni los canales de distribución de ahora, la única forma de comprarlo era a través de tiendas especializadas o en los rastros, y no había forma de encontrarlo. Un primo mío mayor que yo, que coleccionaba álbumes de todas clases que obtenía en el rastro de Madrid, ciudad en la que vivía, conociendo mi debilidad por el cine y por la película de William Wyler, lo consiguió y lo compró y, en una visita a La Almunia, me lo regaló. Lo recuerdo como uno de los días de mayor ilusión de mi vida.

A partir de la década de los 80, que me trasladé a vivir a Zaragoza, acudía todos los domingos al rastro que instalaban en el entorno de la plaza de toros y allí iba comprando a precios razonables todos los álbumes que encontraba, algunos incompletos, con lo que me tocaba buscar después los cromos que faltaban. Luego, durante muchos años, aparqué estas colecciones.

Así hasta hace unos seis años, que me picó la curiosidad y entré en todocoleccion.net buscando el de «La caída del imperio romano», del que solo conservaba algunos cromos. Descubrí que lo vendía un señor de Zaragoza, así que contacté con él. Me invitó a una nave donde guardaba miles de álbumes, tebeos y programas de cine. Aquello fue como Hollywood para mí, pues tenía casi todos los álbumes de películas que uno pudiese soñar y, además, completos. Entablamos amistad y cada quince días le visitaba para adquirir más. Durante varios años fue como un peregrinaje volver a su nave a descubrir nuevos álbumes y ampliar mi colección.

Otros muchos álbumes los he ido adquiriendo en todocolección.net o a través de otros espacios de Internet. A veces, también directamente con el proveedor o mediante subasta.

¿De qué álbumes de películas estás más orgulloso y por qué?

Entre mis favoritos, el de «Ben-Hur», como he dicho, y también el de «Los diez mandamientos», porque fueron películas emblemáticas para mí. El de «Los diez mandamientos», en concreto, tiene una impresión impecable. Actualmente, conseguir completos estos álbumes no es muy caro, pero para mí estas dos películas marcaron un antes y un después en mi vida cinéfila, y como en aquellos años no había vídeo ni DVD ni otros medios para volver a disfrutarlas, las únicas vías que tenía para recordarlas eran las fotos y los álbumes de cromos.

Y de mi colección, los dos álbumes más espectaculares son el de «El ladrón de Bagdad», una verdadera obra de arte, y el de «La conquista del Oeste».

¿Cómo te surgió preparar una charla sobre los géneros cinematográficos tomando como hilo conductor los álbumes de cromos de tu colección?

Apreciaba tanta belleza en estos álbumes que ya casi nadie recordaba, o incluso gente más joven desconocía, que se me ocurrió prepararla. En origen, dirigida sobre todo a gente mayor, para volver a revivir aquellos tiempos y como tributo al cine clásico y a todas aquellas películas que terminaron convirtiéndose en cromos.

Anticípanos, a modo de tráiler cinematográfico, algo del contenido de la charla que impartirás el 4 de mayo.

Habrá una introducción de mis primeros pasos en el coleccionismo, con los álbumes que más me marcaron. Luego, usando como guion los diferentes géneros cinematográficos iremos viendo fragmentos de películas que sirvieron de base para editar álbumes monográficos. Así que será una charla audiovisual cien por cien, con más de un centenar de fotografías, además de vídeos de películas destacadas.

Del mismo modo que la carrera de cuádrigas de «Ben-Hur» ha quedado especialmente grabada en la retina de Juan Carlos gracias al álbum de cromos que marcó su infancia, seguro que su charla espoleará nuestros recuerdos llenando de «vida y color» la tarde del 4 de mayo. ¿Nos acompañas?