Junto con Kirk Douglas, al que acaba de superar en un año, es una de las leyendas vivas de la época dorada de Hollywood. Última representante del reparto protagonista de uno de los largometrajes emblemáticos del cine, “Lo que el viento se llevó” (Gone with the wind, 1939), su inolvidable música sonó para recibirla en una de sus pocas apariciones públicas de estos años, como presentadora en febrero de 2003 en la celebración del 75 aniversario de los premios Óscar. En su discurso recordó su segunda estatuilla dorada como mejor actriz recibida en 1950 gracias a su papel en “La heredera” (The heiress, 1949), de William Wyler:
«Esta noche es memorable para mí, como lo fue aquella noche de hace 53 años. Mucho ha cambiado el mundo desde entonces. Pero lo que no ha cambiado es nuestro amor por el cine y su capacidad para inspirarnos y para ayudarnos en tiempos difíciles…”
En un lugar de La Mancha llamado Campo de Criptana, un bisiesto año 1928, en los inicios del cine sonoro, nació una humilde niña, de belleza y voz especial, que, de forma inesperada, llegaría a convertirse en su embajadora más internacional.
Sara Montiel y diferentes imágenes de su localidad natal, Campo de Criptana.
En la cima de la colina donde se ubica Campo de Criptana, municipio de Ciudad Real en Castilla-La Mancha, se alzan su decena de emblemáticos molinos de viento –que cuentan fueron treinta y cuatro en tiempos de Cervantes-. Un cartel nos informa que estamos en el tramo 1 de la “Ruta de Don Quijote, un lugar para la aventura”.
Y es que hasta entonces el más destacable rasgo de identidad de aquella tierra lo constituía su singular colección de molinos de viento, inmortalizados por Cervantes por encarnar a los gigantes contra los que luchaba su novelesco personaje Don Quijote. De los diez que hoy es posible encontrar, tres se conservan del siglo XVI, manteniendo su maquinaria original: Molino Burleta, Molino Infanto y Molino Sardinero, declarados Monumentos de Interés Histórico y Artístico, pero el más visitado y admirado, el Molino Culebro, no lo es precisamente por su antigüedad, sino por albergar el museo dedicado a la actriz y cantante Sara Montiel (web oficial). Visitamos este museo hace unos meses y tomamos una serie de fotos de su interior que ahora compartimos con ocasión de la desaparición, el pasado 8 de abril, a sus 85 años, de esta artista, calificada por la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España como un mito nacional, por ser la primera intérprete española que conquistó las Américas. Y reseñada por medios internacionales como “the spanish Ava Gardner”, “icono de la época de oro del cine mexicano”, “icono de Hollywood, la diva por excelencia del cine español”. Sigue leyendo →
En pleno desarrollo de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, nuestra enhorabuena a todos los medallistas y ánimo a los deportistas que aún siguen en la competición. Y menciones especiales para el equipo español de natación sincronizada, que se ha llevado el galardón de bronce emulando a un armónico banco de peces, y para Andrea Fuentes y Ona Carbonell, que ganaron la plata en categoría dúos con la ejecución de un espectacular tango en el agua.
¿Por qué reseñar este complejo deporte que combina natación, gimnasia y danza, y que evalúa al mismo nivel mérito técnico e impresión artística? Porque un 8 de agosto de 1921 nació en Los Ángeles, California, Esther Williams, responsable en gran medida con sus películas de popularizar la natación sincronizada y de que esta llegara a ser disciplina olímpica.
Precisamente unos Juegos Olímpicos propiciaron que Williams se dedicara al cine. Con 16 años y siendo campeona de diversos títulos nacionales de natación formando parte del prestigioso Los Ángeles Athletic Club, fue seleccionada para competir en la edición olímpica de 1940, que terminó cancelándose debido al inicio de la II Guerra Mundial. Aceptó entonces la oferta de integrarse en el espectáculo “Billy Rose’s Aquacade”, asumiendo el rol de Aquabelle 1, en coreografías acuáticas a dúo con Aquadonis 1, papel de Johnny Weismuller, uno de los mejores nadadores durante la década de los veinte, con 67 récords mundiales y ganador de cinco medallas olímpicas de oro y una de bronce, si bien la popularidad internacional la consiguió encarnando en doce ocasiones en el cine el personaje de Tarzán.
Los ejecutivos de la compañía Metro-Goldwyn-Mayer (MGM), viendo el potencial del citado espectáculo decidieron adaptarlo a la pantalla grande y contratar a Esther Williams, que en 1944 protagonizó su primer gran éxito en “Escuela de sirenas” (“Bathing Beauty”), largometraje que creó un nuevo subgénero: el musical acuático. Para la ocasión se construyó en uno de los estudios de la MGM una enorme piscina de 90 metros cuadrados y 20 metros de profundidad que permitiera instalar elevadores hidráulicos, mangueras ocultas de aire y grúas especiales de cámara para las tomas generales. Los vistosos ballets en el agua contaron con la coordinación del famoso coreógrafo Busby Berkeley, que creó llamativas escenas de numerosas bailarinas nadando mostradas en plano cenital. A este primer gran musical en technicolor le siguieron otros que también arrasaron en taquilla: “Juego de pasiones” (“Trill of a romance”, 1944); “Que siga la boda” (“Easy to wed”, 1946); “Ziegfeld Follies” (1946), película de episodios que se llevó el premio a la mejor comedia musical en la edición de 1947 del Festival de Cine de Cannes; “Fiesta brava” (“Fiesta”, 1947), donde Williams encarnaba a una improbable torera llamada María Morales; “Llévame a ver el partido” (“Take me out the ball game”, 1949), coprotagonizada por Frank Sinatra y Gene Kelly; “La hija de Neptuno” (“Neptune’s daughter”, 1949), donde Williams cantaba con Ricardo Montalbán “Baby, it’s cold outside”, tema que ganó el Óscar a la mejor canción original en la edición 22ª de estos premios; “La amada de Júpiter” “(“Jupiter’s Darling”, 1954) o “Peligrosa cuando se moja” (“Dangerous when wet”, 1953), donde compartía número musical acuático nada menos que con Tom y Jerry, en un tiempo en el que era inusual la mezcla de imagen real y animada.
A mediados de los años cincuenta, independizada de la MGM, su éxito se fue apagando, retirándose del cine en 1963 con el largometraje “La fuente mágica”, drama rodado en Andalucía y en español, coprotagonizado por su entonces marido el actor argentino Fernando Lamas, que debutó como director con este título. Posteriormente, Esther Williams, que recibiría dos Globos de Oro especiales (en 1952 y 1956), se dedicó a los negocios, apoyando con su nombre una empresa de piscinas y una línea de bañadores. Actualmente, la que sigue siendo la “sirena de Hollywood”, aunque auxiliada por una silla de ruedas, sigue reconociendo que la natación es su gran pasión.
La filmografía que protagonizó Williams hoy no figura entre lo mejor del séptimo arte, pero hay que situarla dentro de un contexto histórico donde triunfaba cierto cine de evasión. Además, no hay que olvidar que sus números acuáticos no estaban exentos de riesgos, de hecho, la actriz tuvo numerosos problemas de tímpanos debido a sus largos tiempos de inmersión, en una ocasión casi se ahogó por problemas con la trampilla de salida de un tanque de agua y durante el rodaje de “Million dollar mermaid”, al lanzarse desde lo alto de una torre, sufrió una fractura en el cuello que la mantuvo enyesada durante varios meses.
El valor de la natación sincronizada debe mucho al éxito internacional de estas películas. Fue deporte de exhibición en los Juegos Olímpicos de Londres 1948 y de Helsinki 1952, consiguiendo la categoría de oficial en competición en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984, donde Esther Williams participó como comentarista y asistió a la proyección de algunas de las mejores escenas de su carrera.
Terminamos con imágenes del largometraje favorito de Williams: “Million dollar mermaid” (1952), titulado en España “La primera sirena”, musical biográfico donde interpretaba a Annette Kellerman, nadadora australiana profesional que contribuyó a divulgar en 1907 con sus exhibiciones en Nueva York en un enorme tanque de cristal la entonces llamada natación artística o rítmica.