
¿Qué tienen en común Charlot y parejas tan dispares como las formadas por Fred Astaire y Cyd Charisse, Gene Kelly y el ratón Jerry y los dibujos animados de un abogado y su joven defendida?
Jordi Costa, que afina tanto en sus críticas y análisis cinematográficos como en su faceta de divulgador oral, nos lo desarrolló en su seminario La estilización del movimiento como rasgo común entre el cine cómico mudo, el musical y la animación, impartido en el marco del 54º Curso de Cinematografía de la UVA, otra edición magnífica de este veterano espacio universitario de formación cinematográfica donde Costa es colaborador habitual. Este es un resumen ilustrado de su enriquecedora intervención.
Comenzó indicando que a pesar de las evidentes diferencias entre el slapstick, el musical de la época dorada de Hollywood y el cine animado, cabría vincularlos a través de un elemento expresivo común: la estilización de los gestos cotidianos hasta convertirlos en forma artística. Una interesante premisa que enseguida pasó a desarrollar partiendo de un genio del humor: Charles Chaplin.
El movimiento en el cine cómico mudo
Precursor de la estilización del gesto en el cine, Chaplin fomenta una nueva evolución de su potencial de una forma más sutil incluso que en otras artes. Cuando inició su carrera en teatros de variedades precisaba extremar su gestualidad para captar la atención del espectador más alejado pero cuando llega al cine, autodidacta, no tarda en darse cuenta de que sus medios técnicos pueden contribuir a refinar ese lenguaje expresivo que ya tanto dominaba como destacado artista. Así, con su personaje del vagabundo Charlot articuló una gestualidad con la que supo crear discursos muy complejos. Esto lo demuestra, por ejemplo, magistralmente en «Luces de la ciudad» (1931) en su hilarante escena inicial (verla aquí). El contexto del largometraje es fundamental, situándose en los comienzos del cine sonoro, en cuyo futuro no creían autores como Eisenstein y el propio Chaplin, que consideraban que podría subordinar al cine al lenguaje teatral y terminar saboteándolo como medio específico de expresión. De ahí que Chaplin en la escena mencionada de esta película sin diálogos, aprovechara la inauguración del monumento «Paz y prosperidad», por una parte, para burlarse del exceso de palabrería convirtiendo el discurso de las autoridades en una cháchara sonora y, por otra, para mover a su personaje de modo que este se convierte en un cuerpo transgresor que ridiculiza los valores de esa comunidad. Sigue leyendo →