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¿Qué se entiende por el otro cine españolCarlos Fernández Heredero y Antonio Santamarina, en su habitual colaboración en el marco del Curso de Cinematografía de la Universidad de Valladolid, abordaron este tema en un seminario que servía de complemento al impartido el año anterior en torno al cine español: en busca de un canon. Frente a ese cine canónico y consagrado, este otro integrado por obras heterodoxas.

Comenzaron su exposición partiendo de que el calificativo el otro cine español, englobaría un concepto evanescente, poco riguroso, que recibiría por ciertos sectores de la crítica otros nombres como cine periférico o de otros márgenes. En cualquier caso, lo indudable es que no se trata de un movimiento cinematográfico, sino de un conjunto heterogéneo de manifestaciones.

Para abordarlo mejor resulta necesario situarnos en su origen: mediados de los pasados años noventa hasta la mitad de la primera década de este siglo, época en que la financiación cinematográfica depende en gran medida de las televisiones, de su tendencia inversora con aspiraciones de un consumo mayoritario, buscando modelos narrativos tradicionales, sin perjuicio de que ese condicionamiento económico también amparase cierto cine de autor. Pero la presión industrial redujo enormemente el campo autoral, de modo que frente a esa coyuntura de limitados horizontes creativos o estandarización o estancamiento artístico surge el otro cine como una pluralidad de respuestas. Especialmente representativos en las raíces de esta reacción son los nombres de Jaime Rosales y de Javier Rebollo. Rosales impresiona con su ópera prima “Las horas del día” (2003), estrenada en el Festival de Cannes (donde obtuvo el Premio de la Crítica Internacional) y de un ascetismo extremo en torno a un serial killer, si bien alejada de cualquier género, ratificando su autoría en su siguiente película, “La soledad”, que sorprendentemente se alza en 2007 con los Premios Goya a mejor película, director y actor revelación (José Luis Torrijo). Por su parte, Javier Rebollo se descubre como un gran director cinéfilo en su debut en el largometraje en 2006 con “Lo que sé de Lola”, filmada en riguroso plano fijo.

En Cahiers du Cinema España, número 5, de octubre de 2007, Carlos Losilla escribe en su artículo “Insumisos e integrados” sobre un hipotético “nuevo” cine español incluyendo, junto a “Lo que sé de Lola”, títulos como “Honor de caballería”, de Albert Serra, “La línea recta”, de José María de Orbe, “En la ciudad de Sylvia”, de José Luis Guerin, “Lo mejor de mí”, de Roser Aguilar, y “Yo”, de Rafa Cortés. Apuntaba Losilla que, tomados en su conjunto, estos títulos “podrían delatar que algo se está moviendo en el cine de aquí”.

En 2008, sembrando ese camino, el Festival de cine de Cannes volvía a seleccionar el segundo largometraje de Albert Serra, “El canto de los pájaros”, mientras que el Festival de cine de San Sebastián, por su parte, programaba la nueva obra de Rosales “Tiro en la cabeza”. El año siguiente se estrenó en el largo Mar Coll con “Tres días con la familia”, que logró el Premio Goya a la mejor dirección novel precedido de otros tres galardones en el Festival de cine de Málaga.

En octubre de 2009 Cahiers du Cinema España, número 27, titulado “Nuevos desafíos”, seguía incidiendo en ese novedoso panorama del cine español, abierto a mestizajes, de modesto presupuesto y que compartía la búsqueda de renovadas formas estéticas, lingüísticas y narrativas. Ese número también difundía rodajes cuyas historias luego dieron que hablar, como la de “Mercado de futuros”, de Mercedes Álvarez, “Los pasos dobles”, de Isaki Lacuesta y “Guest”, de José Luis Guerín.

En septiembre de 2010 Cahiers du Cinema España, número 37, titulado “Cine español. Gestos de rebeldía”, ratifica esa renovación de nuestra cinematografía con entrevistas a autores como José María de Orbe, Elena Trapé, José Luis Guerín, Isaki Lacuesta, Agustí Villaronga, Judith Colell, Daniel Villamediana y Lluís Galter. En otro de sus artículos, “El gesto”, Carlos Losilla subrayaba que la confluencia cinematográfica nacional de autores con tal fructífera eclosión de “trabajos independientes, valiosos y sinceros”, con amplio reconocimiento en festivales internacionales, no se daba desde el cine de la Transición.

Posteriormente, la sucesora del Cahiers español, la revista Caimán, en septiembre de 2013, con su título “Otro cine español” continúa reconociendo este cine humilde y rebelde, con entrevistas a nombres como Fernando Franco y Manuel Martín Cuenca (que triunfan precisamente ese mes en el Festival de San Sebastián con “La herida” y “Caníbal”, respectivamente), Alberto Morais, Mar Coll, Lois Patiño, Luis López Carrasco y Juan Cavestany. La citada revista publica un listado de 52 nombres a modo de mapa orientativo de este nuevo/otro cine español (puedes consultarlo aquí)

Factores evolutivos o de impulso de este nuevo cine:

Por una parte, cabría destacar el impulso desde las Escuelas Superiores de Cine de Madrid (ECAM) y Cataluña (ESCAC), así como formaciones específicas, como el Máster en Teoría y Práctica del Documental Creativo de la Universidad Autónoma de Barcelona y el Máster en Documental de Creación de la Universidad Pompeu Fabra (este último dirigido por Jordi Balló desde sus orígenes en el curso 1998-1999 y cantera de grandes autores como José Luis Guerín, Mercedes Álvarez, Isaki Lacuesta, Joaquín Jordá y Neus Ballús).

Desde el ámbito de la producción, han sido fundamentales profesionales como Luis Miñarro. Y ya en fase de exhibición, resaltar la labor de diversos certámenes cinematográficos españoles, caso del Festival D’A y su ciclo “Un impulso colectivo”, que apuesta por los títulos españoles con arriesgadas formas de explicar historias; del Festival de Sevilla y su sección competitiva “Resistencias”, enfocada al cine español a contracorriente; del Festival Márgenes, especializado en el cine español e iberoamericano más independiente e innovador, que combina la divulgación online y en sala; y del Festival Punto de Vista, en Pamplona, centrado en creadores audiovisuales contemporáneos de no-ficción.

En cualquier caso, conviene no olvidar que un rasgo de este otro cine español es que, en ocasiones, sus propios realizadores optan por una distribución fuera de los circuitos más convencionales, en salas no comerciales, como propició León Siminiani con “Mapa”, tras iniciar su andadura en el Festival de Sevilla, o Jonás Trueba con “Los ilusos”.

Muestras:

Como no hay nada mejor que las ilustraciones audiovisuales para entender los conceptos, Heredero y Santamarina eligieron cortes de diversos largometrajes representativos de este otro cine. Entre ellos, uno de «Caracremada» (2010), de Lluis Galter, película centrada en la historia de Ramín Vila Capdevila, el último maquis catalán, rodada en escenarios reales y que toma como punto de partida el mito de Sísifo adaptado a la trama de un hombre rebelde. En el fragmento seleccionado el protagonista se limita a acciones cotidianas, alejadas de cualquier heroicidad, sin ningún diálogo ni música extradiegética, de forma que hablen por sí solas. Parte puede verse en el final de este tráiler. Un cine, en general, del silencio y de resistencia.

«La vida sublime» (2010) de Daniel Villamediana, bajo la clara influencia de Víctor Erice y José Val del Omar, se enfoca en la revisión de la memoria al hilo de la investigación de muchos nietos sobre la historia familiar de sus antepasados. Mezcla de ficción y cine-ensayo, al final descubrimos que el abuelo evocado, al que se le atribuyen diversas ocupaciones, es más bien una metáfora del propio cine, de lo mucho que puede representar. El corte proyectado consistía en siete minutos del protagonista comiéndose, una a una, noventa sardinas intentando emular la gesta del abuelo cuando se comió noventa boquerones seguidos. Aunque tal recreación tiene cortes de montaje, mostrar al espectador una acción tan detallada queda muy lejos de las narrativas estandarizadas. Puedes ver el tráiler de la película aquí.

«Blog» (2010), de Elena Trapé, se inspira en el hecho real de un instituto catalán en el que varias chicas quisieron quedarse embarazadas a la vez. Como singularidad, no lo que cuenta sino cómo, incorporando el universo de la blogosfera y mostrando cómo a través de ella se relacionan las protagonistas con su propia imagen y se la enseñan a los demás, lo que conecta con la búsqueda de identidad durante la adolescencia. Este es su tráiler.

«La muerte de Luis XIV» (2016), de Albert Serra, casi discurre íntegramente en la cámara del rey moribundo, encarnado por Jean-Pierre Léaud, usando los diálogos literales de la crónica del hecho real, si bien su director introduce también sutiles guiños de humor. Su propuesta implica una nueva reconstrucción histórica, sin contextualizarla ni contar ninguna intriga palaciega, únicamente dirigiendo su mirada a los últimos momentos de un ser humano. Varios de esos minutos nos fueron proyectado, postrado el rey en la cama, sin diálogos, respirándose el ambiente casi ya funerario. Tráiler aquíAdemás, entre otros títulos, también se aludió al largo experimental de Luis López Carrasco «El futuro» (2013), que pudo verse en pantalla grande entre las proyecciones vespertinas del curso, sin construcción dramática al uso, retratando simplemente una fiesta juvenil ambientada en octubre de 1982, tras el triunfo electoral del PSOE, que se articula como metáfora sobre el futuro hipotético que se abría para España con el cambio político. Su metodología, que se diría del cine documental, es susceptible de todo tipo de interpretaciones por su carácter nada discursivo. Trailer aquí.

Carlos Heredero_Antonio Santamarina_Curso Cine Universidad Valladolid_Foto Atmosferacine

Carlos Heredero y Antonio Santamarina tras terminar su seminario

Para concluir, subrayar que en la edición de este año del Festival de cine de Málaga, especializado en la divulgación del cine español, dos de las grandes triunfadoras fueron «Verano 1993», de Carla Simón, y «Júlia ist», de Elena Martín, díptico que genera un nuevo fenómeno: la aparición de jóvenes directoras con una obra muy esperanzadora y fresca.
En definitiva, el otro cine español parece que goza de muy buena salud. Santamarina y Heredero nos ofrecieron una suculenta selección de títulos y autores, suficiente para seguir enriqueciendo nuestros paladares cinéfilos con sabores bien diversos.