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Análisis fílmico, Asier Etxeandia, Blanca Portillo, Estilo trascendental, Juan Mayorga, Juanma Latorre, Largometraje, Paula Ortiz, Seminci, Seminci 2023, Teatro, Teresa
Una lucha interior, un duelo entre dos. De monólogo a diálogo feroz. De la austera representación teatral al bello esteticismo audiovisual. En la estela del tránsito del Libro de la Vida de Teresa de Jesús a La lengua en pedazos de Juan Mayorga, Paula Ortiz suma su versión cinematográfica demostrando, como ya lo hizo adaptando Bodas de sangre de Lorca, que por amor a sus proyectos más personales (ese amor que también mueve a la novia y a la monja Teresa), no le importa el riesgo al abismo.
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Porque Juan Mayorga ya apostó fuerte en su traslación de un texto autobiográfico tan poderoso como el de Teresa de Jesús a obra teatral. Mayorga considera al teatro como el arte de la crítica y de la utopía, y por ello con sus piezas no trata de ofrecer respuestas sino de formular preguntas, interpelar y remover prejuicios y supuestas certezas. Por eso cuando con su compañía teatral La loca de la casa (en alusión a la frase atribuida a Teresa de Jesús: “La imaginación es la loca de la casa”) estrenó en 2012 su particular versión del primer libro de Teresa de Jesús, al introducir la figura ficticia del inquisidor que llega a la cocina del convento de San José (primera de las fundaciones de Teresa de carácter renovador) dispuesto a cerrarlo y a obligar a su artífice a reconocer su error, eligió transmutar la voz única en dos; dos voces articuladas como un ser bifronte, dos voces antagónicas nacidas de una misma fe entendida de formas distintas; desde la ortodoxia y el inmovilismo, la una, desde la duda y la libertad, la otra. Con esta opción, su autor introducía un duelo dialéctico no solo teológico, también ideológico que salpicaba al espectador en su butaca.
La pieza teatral de Mayorga, galardonada con el Premio Nacional de Literatura Dramática 2013, sirve de base a Paula Ortiz para su Teresa. Todo un reto transformar una dramaturgia teatral de tal calibre en materia fílmica sin que aquella termine aplastando la singularidad de esta. Pero su autora, en connivencia de guion por segunda vez con Javier García Arredondo, demuestra, nuevamente, su talento para retratar desde lo cinematográfico a mujeres rebeldes, fieles a lo que les dicta el corazón, transgresoras de las convenciones que las oprimen. Y ello alzándose desde las fuerzas telúricas que nos conectan con las entrañas de la tierra (esa Inma Cuesta ensangrentada y embarrada del inicio de La novia, esa Blanca Portillo semienterrada en campo abierto) hasta ser dueñas de su destino (esa novia caminante del final de la adaptación de Lorca o esta Teresa que rompe la cuarta pared con su última mirada).