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Buster Keaton_Memories_Book_Slapstick

El libro de las memorias de Buster Keaton, portadas de la edición española y de la norteamericana

Un 4 de octubre de 1895 nació Joseph Francis Keaton en Pickway, localidad de Kansas. Antes de cumplir un año apareció en los escenarios acompañando a sus padres, artistas de variedades conocidos como “Los Dos Keaton”. A los cuatro años ya se incorpora al show familiar, que pasa a denominarse “Los Tres Keaton”, especializada su intervención en salir caracterizado como su padre y dejarse tratar por él como si fuera un ser de goma sin inmutarse, siendo lanzado de un lado al otro del escenario o usado para limpiar el suelo (en el número de la bayeta humana). La Sociedad para la prevención de la crueldad con los niños trató de prohibir este espectáculo, que se llegó a considerar el más violento de la historia del vodevil, lo que aún contribuyó más a su éxito popular. Estas experiencias le permitirían adquirir especial destreza en acrobacias y desarrollar una elasticidad y resistencia muy útiles para su carrera posterior, además de hacerle ganar su sobrenombre artístico, Buster (en referencia a sus prodigiosas caídas, bust), gracias al escapista e ilusionista Harry Houdini.

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Publicidad del show familiar de los Keaton. Autor Nyvall, N.Y. (1900)

Su oportunidad en el cine se la proporciona Roscoe Arbuckle, popular cómico de la época bajo el apodo “Fatty”, actor y director de sus películas, con quien debuta en el corto de 1917 “Fatty carnicero” (The butcher boy) y sigue colaborando en papeles secundarios aunque progresivamente más relevantes. Sorprendía el estoicismo con el que aguantaba los golpes y caídas sobre él del orondo protagonista, lo que provocaba tal hilaridad en el público que terminó siendo rasgo distintivo de su interpretación ante las cámaras. Si con su padre aprendió a desenvolverse ante un público, con Arbuckle se inició en la técnica cinematográfica, asistiéndole en la dirección de varios de los títulos que compartieron.

La época dorada de Keaton se inicia  a partir de 1920, cuando comienza a protagonizar con absoluta libertad creativa una serie de cortometrajes donde ya culmina la composición del personaje que le proporcionó fama mundial, conocido como “stone face” (cara de piedra. En España, cara de palo o Pamplinas) por su imperturbabilidad ante todo tipo de situaciones fatales.

Entre esos primeros trabajos más personales, uno de sus favoritos fue el corto “La barca” (The boat, 1921, codirigido con Edward F. Cline), donde construía una embarcación para la familia en el garaje de su casa que, por sus proporciones, termina derrumbando todo el edificio cuando va a sacarla remolcada con su coche. Este es el comienzo de una serie de desgracias que se suceden en el puerto y en alta mar sin que su personaje pierda la calma en ningún momento. El nombre de esta barca, Damfino, que sirve para varios simpáticos juegos de palabras en la historia, ha sido usado por la International Buster Keaton Society para su sobrenombre: los Damfinos. Esta sociedad sin ánimo de lucro declara entre sus objetivos: fomentar la apreciación y comprensión de la vida, carrera y obra de Buster Keaton con la mayor exactitud histórica posible, apoyar la conservación y restauración de sus películas y actuar siempre con un sentido del humor que incluya la alegría surrealista y absurda con la que Keaton creó su cine. Los Damfinos promueven desde 1992 una convención anual en Muskegon, Michigan, el fin de semana más cercano al cumpleaños de Buster Keaton, así que estos días están en plena celebración.

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Fotograma de «La barca», uno de las obras preferidas de Buster Keaton

El hombre que nos legó obras imperecederas de la comedia como “Las tres edades” (Three ages, 1923), “La ley de la hospitalidad” (Our hospitality, 1923), “El moderno Sherlock Holmes” (Sherlock Jr., 1924), “El navegante” (The navigator, 1924), “Siete ocasiones” (Seven chances, 1925), “El maquinista de la general” (The general, 1926), “El héroe del río” (Steamboat Bill, Jr., 1928) o “The cameraman” (1928), no fue una víctima más de la transición al cine sonoro, pues aunque su estilo puramente visual y físico ya no era lo que más demandaba el público, lo determinante para su declive resultó ser la venta de su contrato en 1928 a la Metro Goldwyn Mayer, donde mediatizaron su trabajo y fue obligado a participar en proyectos en los que no creía (como el largometraje coprotagonizado con Jimmy Durante en 1933 “Queremos cerveza”).

Al margen de apariciones episódicas en el cine tan simbólicas como las de “El crepúsculo de los dioses” (Sunset Boulevard, 1950), “Candilejas” (Limelight, 1952) y “La vuelta al mundo en 80 días” (Around the world in eighty days, 1956), recibió cierta acogida en la televisión, donde “The Buster Keaton Show” (1950-51) gozó de gran éxito en la costa oeste norteamericana.

Buster Keaton_Sunset Boulevard

En «El crepúsculo de los dioses» aparecía brevemente como uno de los tres compañeros de bridge de Norma Desmond (Gloria Swanson), viejas y olvidadas glorias del cine mudo, como ella. Pronunciaba únicamente un par de veces la palabra «paso». El personaje de William Holden, testigo de la partida, les apodaba «estatuas de cera» (waxworks). En la imagen inferior, Keaton junto a H.B. Warner, el Jesucristo de la versión «Rey de reyes» de Cecil B. DeMille

De sus intervenciones en otros programas merece destacarse su papel en un episodio de la hoy mítica serie de ciencia ficción y fantasía “Dimensión desconocida» (The twilight zone), en concreto, de su tercera temporada, titulado “Once upon a time” (Érase una vez), emitido el 15 de diciembre de 1961 en la televisión norteamericana. En esta historia, Keaton encarna a Woodrow Mulligan, un hombre de 1890 que protesta continuamente de los tiempos en los que vive. Tras descubrir un curioso artilugio, semejante a un casco, que le permite viajar en el tiempo, se traslada a 1962. Allí se ve sorprendido por lo ruidosa, contaminada y atestada de gente y coches que ve a su ciudad. No se adapta a ese futuro (donde incluso inicia un diálogo con un busto parlante en una pantalla que no reconoce como televisión), con lo que decide volver a su año, lo que casi le impide Rollo, personaje que se adueña del casco para viajar al siglo anterior, que considera más interesante que el momento presente. Al final, ambos se transportan a 1890. Keaton, feliz por regresar a su entorno, que ya valora como se merece, y Rollo, transcurrida la curiosidad inicial, amargado por no poder contar con la tecnología y herramientas a las que estaba acostumbrado. Toda una lección de la idealización de lo ajeno (¿no os recuerda a la historia de «Midnight in Paris» de Woody Allen?) cuya puesta en escena enriquece el discurso: la acción que discurre en 1890 se representa como una película muda con rótulos frente a la narrada con sonido convencional y diálogos que transcurre en 1962.

Buster Keaton_The Twilight Zone_Once upon a time

Episodio The twilight zone: Buster Keaton recién aterrizado 72 años después de su tiempo y agobiado por una ruidosa ciudad que no reconoce

Buster Keaton_The Twilight Zone_Once upon a time

Episodio The twilight zone: Buster Keaton asombrado por la conversación que parecen dirigirle desde una ventana

Mención del final de la obra cinematográfica de Keaton merece también el cortometraje mudo experimental y en blanco y negro “Film”, dirigido en 1964 por Alan Scheneider con guión de Samuel Beckett, desoladora mirada sobre una huida personal imposible. Exhibido en el Festival de Cine de Venecia en 1965, donde obtiene el Premio de la Crítica, supuso la última aparición en público de Keaton, que recibió emocionado una larga ovación. Falleció al año siguiente, el 1 de febrero, a causa de un cáncer de pulmón, mientras dormía en su casa de California.

Puedes ver un video recopilatorio con algunos de sus más divertidos momentos en este enlace.

Terminamos este recuerdo-homenaje a uno de los grandes maestros del cine de humor con unas palabras que le dedicaron otros dos inmortales artistas.

Luis Buñuel: En Buster Keaton la expresión es tan modesta como la de una botella, por ejemplo; aunque, por la pista redonda y clara de sus pupilas, revolotea su alma aséptica. Pero la botella y el rostro de Keaton tienen puntos de vista infinitos.

Federico García Lorca (fragmento de “El paseo de Buster Keaton”): Sus ojos infinitos y tristes como los de una bestia recién nacida, sueñan lirios, ángeles y cinturones de seda. Sus ojos que son de culo de vaso. Sus ojos de niño tonto. Que son feísimos. Que son bellísimos. Sus ojos de avestruz. Sus ojos humanos en el equilibrio seguro de la melancolía.