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62ª Semana Internacional de Cine Valladolid, Bill Nighy, Emily Mortimer, Isabel Coixet, Largometraje, Novela, Patricia Clarkson, Penelope Fitzgerald, Seminci, Seminci 2017, The bookshop
Emprendedoras, decididas, valientes y luchadoras, así son algunos de los mejores personajes femeninos retratados por Isabel Coixet en su cine. Al igual que Ann en «Mi vida sin mí» enfrenta una dura revelación con un coraje inaudito o Josephine Peary en «Nadie quiere la noche» desafía hasta a la naturaleza en su objetivo de reencontrarse con su marido, Florence Green no retrocede en su empeño de abrir una librería en un pequeño pueblo inglés costero, a finales de los años cincuenta, a pesar de que todo a su alrededor parece alineado en su contra.
Hay mucho de Isabel Coixet en ese apostar por aventuras vitales aunque los vientos iniciales no sean favorables. Así lo declaró en la rueda de prensa de Valladolid en la que presentó «La librería», tras su proyección como película inaugural de la pasada Seminci, que tan grata sensación dejó en la mayoría del público y que venía precedida del premio a la mejor adaptación literaria internacional en la Feria del Libro de Frankfurt.
Sobre el origen del proyecto, Coixet indicó que surgió en una conversación con el productor Albert Sagalés, que le nombró la novela «The bookshop» de Penelope Fitzgerald, que a ella le había fascinado cuando la leyó y que consideraba un sueño para cualquier cineasta. Tras contactar con la hija de la autora (presente en la sala del festival) y comprobar que los derechos de adaptación estaban libres, las productoras Diagonal TV y A Contracorriente Films comenzaron a trabajar para obtener financiación. Un proyecto que al final vio la luz por tozudez, ya que no resultaba muy atractivo para los inversores ese final melancólico y que no se mostrara una auténtica historia de amor, cuando, en opinión de la directora, una historia puede ser más intensa cuanto menos se ve. Finalmente, el largometraje se materializó como coproducción entre España, Inglaterra y Alemania, rodándose en localizaciones de la provincia de Barcelona y del Norte de Irlanda (donde no fue nada fácil encontrar un pueblo marinero que se ajustase a las características de una localidad inglesa de 1959).
No tengo vocación de heroína pero a mí los libros me han salvado la vida y me han permitido desarrollar mi empatía. Con esta vehemencia la cineasta nos transmitía su pasión literaria y su deseo de que su película anime a leer: primero me gustaría que vieran «La librería» y que luego, si aún no lo han hecho, lean el libro.
Muy interesantes fueron los comentarios de Coixet sobre su visión del personaje de Florence Green, encarnado por la inglesa Emily Mortimer, una mujer de mediana edad, sin escudo galáctico, que lucha por su pequeño sueño. Florence, viuda y con cierta ingenuidad en cuanto que no sabe que los seres humanos -como apunta una frase de la historia- se dividen en exterminadores y exterminados, lanzándose a su proyecto de librería, sin medir las consecuencias de sus actos, saldrá de su burbuja y se dará cuenta de que el infierno son los otros, si bien ilustrará lo importante que es vivir siguiendo tu brújula. Al hilo de ello recordó su documental «Viaje al corazón de la tortura» (2003) y una lección que aprendió con él: las víctimas, al final, vencen.
Sobre la elección de Bill Nighy para el papel del introvertido Mr. Brundish, que termina siendo el mejor aliado de Florence, la directora destacó su inteligencia y economía interpretativa, siendo la clase de actor que bajo esa típica contención británica sabes que puede expresar todo un mundo turbulento y secreto. También destacó la intervención de la actriz estadounidense Patricia Clarkson, que en su tercer trabajo juntas (anteriormente la había dirigido en «Elegy» y «Aprendiendo a conducir») quiso convertir en una auténtica villana. Asimismo, subrayó la importancia del personaje de la niña Christine (Tina), inspirado en la hija de la escritora Penelope Fitzgerald, que acompañó a Coixet y al resto del equipo en el estreno de la película en Valladolid.

Rueda de prensa tras la proyección. De izquierda a derecha: los productores Albert Sagalés y Jaume Banacolocha (de Diagonal TV), la directora Isabel Coixet, el actor Bill Nighy, el distribuidor Adolfo Blanco (de A Contracorriente Films) y Javier Angulo (director de la Seminci)

Coixet ante la fachada del lugar más querido para su heroína sin escudo, cuya principal arma son sus libros, que son también su hogar
Resonancias
El arranque de «La librería», con ese relato en off de cómo vive Florence su inmersión en la lectura mientras delicados planos articulan la simbología entre libros y hogar, sienta las bases del idealismo del personaje, aislado en un principio -aunque ya se apunte su primer apoyo- en su firme creencia de que su pasión puede compartirla en el pequeño pueblo inglés al que se ha trasladado, donde se decide a abrir su primera librería. Un personaje con quien, para quien alguna vez ha experimentado la fascinación por la literatura, es fácil identificarse. Su casi física relación de amor con los libros (que gusta tocar, dejándose envolver por ellos en noches representadas de forma un tanto onírica) se entronca muy bien con los leves flashback que nos aportan claves de su pasado, determinantes de las corrientes subterráneas que vinculan emocionalmente a la protagonista. En consonancia, pocas palabras serán también necesarias para que conozcamos la misteriosa historia que se esconde tras el huraño señor Brundish, rico caballero del lugar que será el principal apoyo de Florence en el avance de su negocio. Que el inicial lazo expreso entre ambos, en su correspondencia librera-cliente, sea la novela “Farenheit 451” y que la voz en off de la narradora del filme sea la de la actriz protagonista de su adaptación al cine, realizada por Truffaut, Julie Christie (algo que en la versión doblada se perderá inexorablemente), no dejan de ser guiños que amplifican ejemplarmente la fuerza del trasfondo de la trama. Los otros libros esenciales en la historia, “Lolita” y “Huracán en Jamaica”, también encontrarán en su escenificación el enclave necesario para revelarnos su trascendencia, tanto literaria como en el sentir de los intérpretes.
Las conspiraciones de silencio suelen ser tan cobardes como demoledoras. Como lo es la que rodea a Florence cuando la influyente y caprichosa Violet Gamart comienza su campaña de asedio por haber instalado su librería en Old House, antiguo edificio del pueblo, supuestamente valioso pero olvidado por todos hasta ese momento. En estructura clásica, Coixet nos muestra las telarañas que se tejen y, entre todos, se conservan. Y manteniendo un cierto equilibrio entre drama y humor, se sitúa la pequeña Christine (Honor Kneafsey), un cruce de pequeña Lolita, por su precoz desparpajo y resolución, y de Sancho Panza acompañando como ayudante en la librería a la quijotesca Florence.
La atmósfera casi evanescente que se respira en ocasiones durante la historia quedará plenamente justificada con ese epílogo, añadido afortunado de Isabel Coixet que, aunque sea una concesión a un final menos amargo que el original literario, transforma una elegía en un canto al futuro. A un futuro mejor donde los libros-hogar sean, como aquellos hombres-libro, fuente de sueños libres y vidas propias.
Tráiler en versión original en este enlace.
Tráiler doblado al castellano desde aquí.
Precisamente esta mañana he oído hablar de esta película y me han entrado ganas de verla. Y después de leer esta reseña… Más.
Estoy convencida, Ana, de que la vas a disfrutar 😉
Deliciosa película para cualquier amante de la literatura, y si todavía no sienten ese enamoramiento hacia los libros (como sentimos algunos) es muy probable que después de saborear «La librería» sientan cómo se despierta ese amor hacia la literatura.
Me gustaría destacar una escena: aquella en la que los dos protagonistas enlazan sus manos en un encuentro lleno de sensualidad y pasión contenida (tan magníficamente representada por los actores Emily y Bill) envuelto en un silencio cargado de afectividad entre ambos…
Y cómo no, espléndida la niña Cristine (Honor Kneafsey), cuya inteligencia, viva e inocente al mismo tiempo, conmueve al espectador.
Muchas gracias, una vez más, por recomendarnos una nueva creación de Coixet, que nunca nos deja indiferentes.
Besicos
P.D.: Leeré el libro….😚
Me alegra mucho, Mercedes, que te haya gustado la película y que te haya transmitido esa emoción que provoca la experiencia de leer un buen libro.
Comparto contigo el acierto en la delicadeza de la escena de aproximación entre Florence y Edmund junto al mar. En la rueda de prensa Coixet subrayó cómo fue una dificultad para lograr financiación que no se mostrara explícitamente una relación amorosa entre ambos, aspecto que ella no veía necesario. Desde luego que, apreciando el resultado, también la estimo prescindible, e incluso hubiese difuminado el foco principal de la historia.
Besos y ya me contarás si lees el libro qué te parece 😉
Ayer pude disfrutar de la película y, sin duda, es totalmente recomendable por las buenas sensaciones que transmite. Posee un atractiva estética, que se puede ver algo dulce, pero no nos engañemos, en su trasfondo hay una férrea lucha personal que contagia a los personajes que acompañan a la protagonista y, también, a los espectadores.
Una vez más, en el trabajo de esta directora las dificultades se tornan en puertas abiertas a la esperanza… siempre que se le eche coraje.
Gracias, Pimontes, por compartir tus impresiones. Desde luego que la recreación visual es esencial para envolvernos en el argumento. Coixet en esta película ha contado con su director de fotografía habitual, el francés Jean-Claude Larrieu, que ha sabido capturar la atmósfera de un pueblo marinero inglés de los años cincuenta así como la intimidad de interiores tan relevantes como la librería, espacio acogedor y cálido. Particularmente me encantan las escenas en que Florence devora sus nuevos libros en el silencio nocturno de su dormitorio.
Y desde luego que sí, Isabel Coixet trabaja muchas veces contracorriente, por eso se identificó tanto con el personaje de Florence desde que leyó la novela…
Es difícil si se aman los libros y los recintos que los albergan… como puede ser una librería de las de siempre, que no se sucumba al encanto de esta película de Isabel Coixet.
Y tienes razón qué maravilla es ese juego con Fahrenheit 451 de Bradbury. O ese otro con Huracán en Jamaica (cuya maravillosa adaptación cinematográfica fue Viento en las velas) para enmarcar la fascinante personalidad de la niña protagonista.
… como la protagonista, siento fascinación por el libro como objeto, tocarlo, palparlo, olerlo… El libro como casa, como hogar…
Beso
Hildy
Como dices Hildy, qué gran película «Viento en las velas», del perfeccionista Alexander Mackendrick, con ese enfrentamiento entre la aparente inocencia infantil y la rudeza de los piratas (liderados por un memorable Anthony Quinn como capitán Chávez). Toda una declaración de intenciones que Florence le regalé la novela de Richard Hughes en la que se basa a la pequeña Christine.
Hoy en día, con la expansión del libro electrónico, aún resuenan más poderosas las imágenes de la protagonista de Coixet recreándose en la fisicidad de los libros de papel…
Un beso y buen cine y literatura que nunca nos falte.
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